Pocos asuntos han suscitado más pronunciamientos políticos y comparecencias públicas en los últimos años que el corredor navarro del tren de alta velocidad (TAV). Una infraestructura que avanza a paso de tortuga desde que en 2009 Miguel Sanz y el entonces ministro de Fomento, Pepe Blanco, firmaron un protocolo que fechaba en 2015 la puesta en marcha del tramo Zaragoza-Pamplona.
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Mucho más atrevido fue el también ministro del ramo Íñigo de la Serna, cuando en 2018 anunció que esta obra, incluida su conexión con la CAV, estaría en funcionamiento a finales de 2023. Sin que todavía haya un solo kilómetro de alta velocidad disponible en Navarra, este jueves ha visitado la Comunidad Foral el actual responsable de Transportes, Óscar Puente.
Más cauteloso que sus antecesores en el cargo, se limitó a trasladar el compromiso del Gobierno de España con el tren, pero sin marcarse plazos que luego nunca se cumplen. A diferencia de los anteriores, que se fotografiaban con planos, este pudo retratarse delante de las obras del viaducto sobre el río Ebro. Unas obras que hasta el momento han tenido muchos padrinos pese a que la boda tardará en celebrarse, si es que algún día se celebra.