El sistema educativo navarro vuelve a ponerse en marcha con la vuelta de las alumnas y alumnos a las aulas y el inicio de su calendario lectivo tanto en Infantil, Primaria y Secundaria como en Bachiller y FP. 113.668 alumnos inician una nueva etapa que siempre acaba siendo crucial en su futuro, tan sólo 552 más que en 2023-2024, y el 67% cursará sus estudios en centros públicos. El 32,6% lo hará en la enseñanza concertada y sólo 346 alumnos estudian en centros privados. El curso comienza con algunas primeras incidencias en el transpor escolar en zonas como Tierra Estella u Orkoien y una convocatoria de huelga para el día 26 que apoyan de forma unánime todas las fuerzas sindicales para insistir en cuestiones como la estabilidad, los ratios de alumnos o las horas. Pero más allá de ello, el ámbito educativo asume sus retos propios, en los que la orientación pedagógica y los docentes adquieren un protagonismo fundamental. La comunidad educativa es clave para mantener los ratios de calidad tanto en los resultados académicos como en el papel de la escuela como motor de cohesión social, transmisión de valores y competencias lingüísticas. E igualmente en los procesos de inserción sociolaboral y adecuación al mundo de la empresa que ha impulsado la FP. Se enfrenta al reto de acompañar y motivar a los estudiantes en su recorrido educativo, en una función en la que su preparación y formación continua adquiere importancia relevante. Los alumnos a los que los docentes deberán acompaña y orientar son niños y jóvenes cada vez más multilingües y digitales y la capacidad de aprendizaje debe combinar la adquisición de contenidos con el desarrollo de la autonomía personal necesaria para enfrentarse a la toma de las decisiones que trae la vida. Para ello, Navarra cuenta con un sistema educativo de calidad asentado en la colaboración entre una red pública y otra concertada, que ha conseguido importantes avances desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades. Así, el curso que se inicia debe servir para confirmar la fortaleza del sistema educativo navarro, para proteger la autonomía de los centros y también para prepararlo ante los importantes retos de futuro. No en vano, esa pretensión hacia la excelencia mediante la utilización del autogobierno ha logrado que el sistema educativo navarro sea referente en calidad de la enseñanza y en limitación del fracaso escolar.
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