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Mar de fondo

Xabi Larrañaga

Empantanados

EmpantanadosEP

Si no pareciera una frivolidad lo llamaría la tormenta perfecta. Estos días negros estamos asistiendo a una conjunción impecable entre dos características patrias: la súbita sabiduría y la eterna polarización. Con la primera me refiero a esa manía de obtener de pronto el título de ingeniero hidráulico, historiador medieval o técnico de Hacienda según vaya mandando la actualidad. Algunos han alcanzado tal excelencia en su afán renacentista que igual le pegan hoy a las isobaras y mañana al pladur, sin olvidar que ayer nos ilustraron sobre cómo actuar ante una plaga de chinches. ¡Ni que fueran columnistas!

La segunda es lo de siempre, convertir cualquier asunto trágico, cómico, médico o educativo en materia fecal para abonar banderías. Les importa un huevo la cifra de muertos, libros, goles o polvos, la cosa es vestir el titular de azul o rojo, franquista o comunista, conquistador o genocida. Desandando lo andado, llegarán a vindicar el célebre duelo de Atapuerca, pues seguro que entonces también lucharon a garrotazos un protofacha y un protookupa. La reducción del contrario a caricatura es deporte nacional. Y si se empeñan son capaces de hallar el origen de esta atávica dualidad en el arte rupestre: unos bisontes miran a la izquierda mientras que otros lo hacen a la derecha.

Así que ahora, ya digo, surge peña cainitacon un doble grado en satélites y barrancos, en gestión de equipos de urgencia y política agraria de la posguerra. Tengo un trato, lo mío pa mi saco. Esta semana será digna de estudio, pues ya tiene mérito saltar del drama de Vinícius al embalse de Foratas exprimiendo la misma lágrima. Mis dieces.