La sociedad de la información trata de resistir a la sociedad de la desinformación. La multitud y diversidad de medios de fácil acceso y consumo para todo el mundo nos desborda como una inundación diaria. Siendo lo más importante el discernir lo que son bulos, simulaciones, medias verdades, grandes mentiras, propaganda, filtraciones interesadas..: siendo lo más importante trabajar habilidades para deshacer ese nudo, no lo es menos el hacer una digestión lenta de esos acontecimientos que durante unos días todo el mundo habla, opina y escribe.

Hechos que de repente comienzan a quedar sepultados por una nueva avalancha de actualidad, formando estratos donde volver a escarbar cuando falle el suministro de noticias. Está pasando en las últimas fechas con el Borbón, con Errejón y pasará con Mazón. El Emérito y sus conversaciones con Bárbara Rey llenaron horas de televisión y de lectura; hasta que salieron a la luz las denuncias por comportamientos machistas de Íñigo Errejón, ahora actor secundario frente al protagonismo de primera plana de Mazón. Pero no debemos caer en la trampa de olvidar que el Borbón pasó de la Transición a la comisión y de la corbeta a la bragueta; y que Errejón con una mano censuraba a los machistas y con la otra tocaba culos femeninos sin consentimiento. Ahora Mazón aguanta el chaparrón de su incompetencia esperando que algo o alguien le releguen a un segundo plano. Pero el sábado, 130.000 manifestantes le dejaron claro que no habrá campañas de desinformación que oculten su responsabilidad por inacción en la catástrofe de Valencia.