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Recursos humanos

Maite Pérez Larumbe

Está al caer

Está al caerEP

Aviso, esta es la tradicional columna de incomodidad prenavideña. En mitad de los puentes, con las luces encendidas y el black friday dando los últimos coletazos, estas fechas entrañables están a punto de pillarme con el pie cambiado como todos los años. Mira que me gustan poco. Si ya de por sí convivo con agitaciones endógenas y exógenas de las que preferiría prescindir pero no hay manera, ahora se suman dos o tres más. Pues vete unos días o no participes, me diría alguien con toda la sensatez del mundo y le daría la razón, pero, por otra parte, me dejaría intranquila no estar allí donde están los demás, afino, mis demás. Es la contradicción primordial.

Si miro con perspectiva, tengo que reconocer que estos demás y yo hemos conseguido, con el paso de las décadas, grandes cosas como simplificar los menús. Los consensos nunca son perfectos, siempre hay alguien que cede más y lo hace saber porque está en su derecho, pero, en conjunto, esto es algo que me hace sentir muy bien porque comenzamos con un hándicap muy alto. Si ustedes tienen algo de curiosidad y buscan qué cena la gente guay, fina, las casas reales y así, no encontrarán más de cuatro platos, entrantes y postre incluidos. En mi casa, por lo visto, no éramos ni guays ni finos, éramos pura plebe y los platos procesionaban durante horas. Al cielo con ellos.

En otro negociado, el amigo invisible ayudó a descomplejizar la gestión regalera. Ahora, un sector minoritario –pero así empiezan las revoluciones– comienza a plantear una propuesta en la misma línea de simplificación, los regalos temáticos. Así, un año sería el de los calcetines, otro el del libro o el de las experiencias musicales. Yo doy la bienvenida a todo lo que me facilite la vida.