A Juan Carlos Monedero le crecen las enanas. Una exeurodiputada de Podemos lo acusa de ser un acosador, cuenta que la empotró contra la pared tras un acto de campaña y afirma que no es la única atacada. Un expresentador de Canal Red, la tele de Pablo Iglesias, revela que en efecto las cosas son así, que distan de ser rumores, y menciona el drama concreto de dos chicas violentadas por él. Y hasta la Universidad Complutense abre una investigación tras la denuncia de una alumna.

Cómo estará el patio, que la Secretaría de Feminismos de Podemos recibió un correo donde una mujer aseguraba tener conocimiento directo de que aquél se dedica a incomodar y manosear a jóvenes en entornos del partido, literal. Casualmente dos días después Jone Belarra le agradeció en un sentido tuit su incansable trabajo y el haberse desvivido siempre por su magnífica militancia, de nuevo literal. Ahora nos vamos enterando de que, de creer a las hermanas, también se había desvestido, y de que ese adiós no era un hasta luego, comandante, sino un échate a un lado en silencio, que nos oyen.

A saber si lo suyo es delito, canallada o error. Habrá que probarlo. Ayer él mismo consideró “un avance que hablemos de responsabilidad afectiva, de empatía, de percepciones relacionales, y demos espacio a la expresión libre sobre un tema que fue tabú hasta que las mujeres lo pusieron en el centro”. Un fenómeno. Si en vez de ser intelectual de izquierdas fuera hostelero o fontanero abstencionista hace mucho que estaría en la diana o en la trena, justa o injustamente. Y eso sí que es clasismo de manual, entre el derecho de pernada y los trapos sucios se lavan en la sede.