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Crítica del concierto de Xoel López: ritmo y melodía

Crítica del concierto de Xoel López: ritmo y melodíaIban Aguinaga

Acostumbrado a verlo con frecuencia en festivales, el público de Xoel López acudió raudo y veloz a su presentación en Zentral, agotando las entradas con bastante antelación. Con la sala a rebosar, el gallego salió a un escenario todavía a oscuras. Cuando se encendieron los primeros focos, Xoel estaba situado detrás de su teclado. En uno de los laterales tenía un timbal que no utilizaría hasta bastante más adelante. Allí interpretó las tres primeras canciones de la noche, la bella y melodiosa Albatros, la mucho más enérgica Salitre y humo, y Paxaro do demo, que en su momento grabó con Baiuca. Tras ellas, Xoel caminó hasta el frente del escenario y agarró su guitarra para cantar otros cortes como Tierra, Ochomil y Buenos Aires. A lo largo de la noche, fue alternando esas dos posiciones (teclados y guitarra).

CONCIERTO DE XOEL LÓPEZ

Fecha: 28/03/2025.

Lugar: Sala Zentral.

Incidencias: Sala llena, entradas agotadas con varias semanas de antelación.

Público muy participativo. En torno a dos horas de actuación.

Aunque todas las generalizaciones son injustas e inexactas, se podría decir que las que tocaba detrás de las teclas tenían tempos mas animados, mientras que cuando tocaba la guitarra elegía piezas más basadas en la melodía. Esos son, en realidad, los grandes ejes en torno a los cuales gira la música de Xoel: por un lado, los grandes estribillos, en cuya elaboración sigue siendo un auténtico maestro (de hecho, ha ido depurando su técnica con el paso de los años); y por otro lado, el ritmo, la percusión, el latido. Porque sus canciones se pueden disfrutar como lo que son, exquisitas piezas de pop, pero también se pueden bailar. Pocos artistas nacionales pueden presumir de músicas tan memorables como los de Todo lo que merezcas, que parecen abrirse como un abanico multicolor tan grande como el mismísimo arco iris, y combinarlas con bombas rítmicas del calibre de Tigre de Bengala (la tocó con la guitarra, la excepción que confirma la regla) o A serea e o mariñeiro (esta sí, junto al teclado y golpeando el timbal), que ponen patas arriba cualquier sala que se ponga por delante.

Para alcanzar semejantes cotas de efectividad, no sería justo obviar la enorme labor de su banda, tres músicos que llenan de dulzura o nerviosismo, según convenga, las composiciones del que fuera líder de Deluxe. Este primer proyecto, por cierto, con el que tanto éxito cosechó hace más de veinte años, queda relegado a un discretísimo segundo plano, sepultado por el aluvión de himnos cosechado en sus discos como solista. Y es que el influjo anglosajón de sus inicios ha dado paso a una suerte de folk bailable que se alimenta de las tradiciones de los dos lados del Atlántico. Música popular, en el sentido más amplio y hermoso del término; canciones que el público ha hecho suyas y corea del tirón. Es el caso de Por el viejo barrio, que fusionó con unos versos del Here comes de sun, de The Beatles. Fue el principio del final, sí, pero qué final… Fort da, Ningún nombre, ningún lugar y Elevarte caer sellaron la comunión entre músicos y audiencia. Los bises comenzaron con suavidad (Glaciar), pero fueron ganando intensidad con Lodo, hasta alcanzar el cénit con Mágica y eterna.