Hoy en día con un móvil y una buena aplicación te puedes mover por el mundo sin saber idiomas. Eso dicen. No lo creo del todo. Las aplicaciones sin duda facilitan la traducción práctica, que puede ser muy útil en situaciones concretas, laborales o personales; te permiten copiar un texto en un idioma y pegar otro en el contrario o hacer una foto que te traduzca lo que ve y así más o menos entender, que no entenderte.
Aprender un idioma de adulto, porque en la infancia es otra cosa, exige mucho más que llevar un móvil en la mano. Por eso tiene algo casi de otra época el apuntarse a clase, acudir cada semana varios días (o conectarte si es online), practicar con los y las compañeras, hacer las tareas, examinarte si quieres y tratar de hablarlo siempre que puedas. Una profesora me dijo una vez que los idiomas son como el deporte, que hay que entrenar siempre. Y en eso hay opciones para todas las lenguas y para casi todas las necesidades.
Opciones que en el caso del euskera, por ser aquí la más cercana, cuando no la materna, son especialmente interesantes y necesarias, porque van enfocadas al uso cotidiano, a mantenerla activa, a entrenarla cada día. Justo ayer se presentó una nueva edición de Mintzodromoa, una oportunidad para practicar euskera a través de un encuentro entre personas que lo están aprendiendo. El objetivo es doble, conocer gente con las mismas inquietudes y mantener conversaciones en euskera de una manera lúdica. Porque si algo es eficaz a la hora de aprender es compaginar esfuerzo y diversión, y en eso, que pocas aplicaciones lo consiguen, la enseñanza del euskera es todo un referente.