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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Ibarrola, algo más y algo distinto

A UPN cabe reclamarle algo diferente a la trinchera de la crispación y a la permanencia cansina en el mismo discurso de su derrota en 2015

Ibarrola, algo más y algo distintoJavier Bergasa

Si la mayor aportación de UPN –el PP está a sus cosas se supone porque anda desaparecido y Vox no ha durado ni dos años en la Cámara foral–, a la política navarra en este siglo XXI van a seguir siendo los insultos, boronadas y el sectarismo estrafalario de algunos entusiastas imitadores de los bocachanclas que ocupan redes, tertulias y medios por Madrid, Ibarrola y su dirección sabrán lo que hacen. Pero Navarra tiene delante retos inmediatos fundamentales para asegurar el futuro de las nuevas generaciones que exigen más responsabilidad que esa suma diaria de simplezas y tópicos.

En una inútil nota de prensa para aparecer de paracaidista en medio de la celebración del congreso del PSN que reeligió a Chivite como secretaria general y que contó con la presencia, entre otros, del presidente Sánchez y el ex presidente Zapatero se limita a lanzar media docena de descalificaciones como argumentario: Perdedores, mentirosos, malos gestores, radicales y sectarios.

En el PSN, como en UPN y en la viña del Señor, puede haber de todo, pero generalizar a miles de votantes socialistas así es simplemente una nada política sin sentido ni interés alguno que sólo incide en su progresivo autoaislamiento político e institucional.

Que ayer insistiera tildando a la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, de marioneta es otra nada. Además que indica que ignora qué es realmente el arte de la marioneta, tanto en su construcción como en su interpretación. Quizá no haya asistido nunca a una teatro de marionetas, ni siquiera de niña –o no lo recuerda–, pero su papel no es de los peleles que transmite su uso descalificativo, sino ser una parte esencial de una creación muchas veces de una belleza sublime. Más allá del legítimo ejercicio democrático de la oposición o de la reivindicación, a UPN cabe reclamarle algo diferente a la trinchera de la crispación y a la permanencia cansina en el mismo discurso de su derrota en 2015. De la que por cierto, en pocas semanas se cumplirán 10 años. En política, el discurso basado en el tremendismo, la hipérbole exagerada y la sucesión de insultos y descalificaciones tiene el recorrido corto. El tremendismo porque acaba aburriendo al ciudadanos, incluso a los acólitos más fieles, y las descalificaciones porque llegan un momento en que se agotan las palabras y ya solo queda repetirlas hasta que acaban perdiendo interés social.

Si esa senda es la única que tiene pensada UPN para recorrer el camino hasta las elecciones de dentro de algo más de dos años, quizá me equivoque, porque este es un tiempo de cambio y transformaciones globales y el futuro es incierto, pero Ibarrola tampoco será presidenta. Navarra, incluso su espacio socioelectoral y buena parte de los poderes fácticos de ámbito conservador piden cada vez más alto algo más y algo distinto. Como síntoma.