La especial predisposición de Donald Trump a monopolizar gran parte de los espacios informativos no es nada nuevo. Si acaso, fiel reflejo del personaje y de la cohorte de la que se hace acompañar en esta segunda legislatura ocupando la Casa Blanca. Los últimos acontecimientos con el presidente de los EEUU en el foco, con la cacareada imposición de aranceles a socios, amigos y rivales, casi indistintamente, salvo en el caso de China, objetivo esencial de esta nueva política comercial, y la posterior marcha atrás, con una prórroga de 90 días en la ejecución impositiva a las exportaciones del planeta con destino a Estados Unidos, da pistas de los valores de un inversor inmobiliario acostumbrado a hacer lo que le dicta su inconsciencia.

Pero, lo peor de la situación ya no es eso, sino la falta de recursos de control o la ineficacia de los mismos en la democracia norteamericana, incapaz de acotar los apetitos del Despacho Oval. La Administración federal y sus instituciones sufren disfunciones evidentes, por incapacidad o por convencimiento, caso este que sería especialmente injustificado.

No parece de recibo que órganos regulatorios como la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos - United States Securities and Exchange Commission) –el equivalente a la española Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)– no haga ni diga nada ante la irrupción de Trump en sus redes sociales sugiriendo que era buen momento para comprar en los mercados bursátiles justo antes de anunciar la demora de tres meses en la imposición arancelaria en una clara demostración de utilización de información privilegiada en los mercados de valores.

Tampoco parece justificado que el mismo ente permita que la familia presidencial y el propio presidente hayan amasado una fortuna después de lanzar su propia criptomoneda en un sector que oscila, gana y pierde, precisamente, al albur de cada declaración presidencial.

Estos detalles no hacen sino complementar la especial utilización del sistema judicial norteamericano, con indultos a quienes asaltaron el Capitolio y autoindultos por los problemas que ha tenido el propio Trump con la Justicia de su propio país. Todo ello, se puede resumir con una reciente declaración del vicepresidente J. D. Vance, que avisaba de la llegada de un nuevo sheriff en la ciudad.