El hambre mata y más cuando se utiliza como arma de guerra contra la población, como está haciendo Israel en Palestina. Mientras aquí nos alarmamos por no poder comer un día caliente por un apagón que nos deja sin electricidad, los habitantes de Gaza pasan días y noches racionando lo poco que tienen hasta que llega una mañana que ya no les queda nada que comer y se mueren de hambre. A oscuras, en ese túnel negro en el que están obligados a sobrevivir. Así cada día desde hace ya demasiado tiempo. Este pasado 2 de mayo distintas ONG, entre ellas Amnistía Internacional o Acción contra el Hambre, denunciaron los dos meses del bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y alertaron de que ya no disponen de reservas de alimentos en la zona. Sin embargo, para paliar esa situación inhumana disponen de miles de toneladas de reservas de alimento en la misma región, que podrían llevar a la Franja si Israel levantara el bloqueo. La presión internacional para que lo levante no está sirviendo hasta ahora, ni las voces que ya hablan de una hambruna masiva que podría ser inminente y desoladora, en una tierra ya arrasada, en la que cada día miles de personas tienen que enfrentarse al milagro de sobrevivir sin agua, ni alimentos, ni medicinas. Las denuncias internacionales ante “la política sistemática del Gobierno de Israel de matar de hambre a los palestinos” crecen cada día. Pero mientras Israel sigue con sus planes para ocupar y retener los territorios de la Franja de Gaza, al precio humano que sea y habla de un plan para desbloquear la ayuda humanitaria sin contar con las ONGs.