Beatriz Corredor, registradora de la propiedad y corredor(a) de fondo en pruebas de resistencia política. Desde 2020, presidenta de Red Eléctrica Española. Línea sucesoria de designación socialista. Su antecesor fue el exministro Jordi Sevilla, dimisionario por la “injerencia constante” de la entonces ministra de Transición Ecológica. Aseguró en aquel momento que no habría un apagón en España. Profecía incumplida. Contradicha por la realidad, asegura que no volverá a haberlo. Actitud cum laude. Es lo que se espera de una política de raza.
Podría firmar un opúsculo del “Manual de Resistencia” de Pedro Sánchez, con quien colaboró en su restitución como secretario general del PSOE. La tensión eléctrica cae a cero, pero el enchufe de Corredor funciona. Corriente continua. La desconexión voluntaria (dimisión) supondría la renuncia a más de medio millón de euros anuales. Al menos un amago a tiempo podría haber apremiado al Gobierno a revisar la protección del sistema, una recomendación documentada en posesión del ministerio correspondiente desde el mes de enero. Red Eléctrica reconocía que los criterios de protección debían ser actualizados para minimizar las repercusiones de hipotéticas perturbaciones. La integración de las renovables supuso un cambio en el llamado “mix” de generación eléctrica. Fallo en la prevención, se presume de reacción. Muy español.
Por encima de anomalías y carencias que puedan detectarse con motivo del reciente apagón, destacan dos realidades: el combate ideológico entre distintas fuentes de energía -en los polos enfrentados la nuclear y las renovables- y la cesión de autonomía pública a los intereses de las empresas privadas. Los riesgos de apagón eran conocidos, con sobresaltos previos y algunos cercanos al acontecimiento de aquel lunes. Perturbaciones por novedades en las fuentes de energía y por la inercia capitalista del máximo beneficio al jugar con los precios. Consecuencia: cortocircuito. Parálisis.