La Asociación de Trabajadores y Técnicos Sin Fronteras (ATTSF), que reúne a grupos de profesionales de diferentes ramas (mecánica, electricidad, electrónica, mantenimiento de maquinaria industrial, soldadura, fontanería) que comparten una forma común de actuar en el ámbito de la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, ha puesto en marcha una campaña para impulsar la candidatura de la Media Luna Roja Saharaui al XXII Premio Internacional Navarra a la Solidaridad en el 50 aniversario del nacimiento de este organismo.
Sin duda, es una entidad merecedora de ese reconocimiento cuando se cumplen 50 años del exilio, obligados por la violencia de la ocupación marroquí, de una buena parte del pueblo saharaui en los campamentos de los territorios liberados del Sahara Occidental. Su labor humanitaria ha sido clave para ofrecer la ayuda y la asistencia mínimas para garantizar una vida digna a las 200.000 personas refugiadas en un entorno climático hostil y en un contexto de constantes dificultades sanitarias, educativas, sociales, económicas y políticas. Los 50 años de la Media Luna Roja Saharaui coinciden también con los 52 años de la fundación del Frente Polisario.
52 años de historia y de lucha contra la colonización franquista primero, y por la independencia tras la ocupación ilegal de Marruecos del territorio de la República Árabe Saharaui Democrática después. Una ocupación militar ilegal, denunciada una y otra vez hasta ahora inútilmente por la ONU, con el expolio económico y natural de la riqueza en fosfatos, los bancos de pesca frente a Canarias y el petróleo en la frontera con Argelia como principales objetivos. Un aniversario que coincide un año más con el bloqueo permanente impulsado desde Marruecos a la solución del conflicto político, judicial y militar para tratar de evitar que se cumplan las resoluciones avaladas por el Derecho Internacional y la celebración de un referéndum de autodeterminación como vía democrática para que el pueblo saharaui recupere su independencia y los saharauis puedan vivir como mujeres y hombres libres en su propia tierra. La dictadura alauita de Mohamed VI ha desplegado en los últimos años una amplia campaña de compra de voluntades políticas en Europa y una ofensiva diplomática que tiene el chantaje y la amenaza como principales argumentos y busca hacer tabla rasa de las conversaciones y acuerdos internacionales de esas cinco décadas e imponer una solución que legitime su ocupación militar.
Como respuesta, en las fronteras del Sahara se libra una guerra desde que hace seis años el Ejército Popular de Liberación Saharaui volviera a las armas, tras 30 años de alto el fuego, ante los reiterados incumplimientos de Marruecos y la incapacidad de la ONU para llevar a término sus resoluciones en favor de los derechos del pueblo saharaui. Una guerra silenciada y olvidada, porque de nuevo los intereses comerciales de la geopolítica, impuestos en este caso por Marruecos, se sobreponen a la legalidad internacional y a los derechos humanos. Un situación de abandono y de persecución del pueblo saharaui y de sus exiliados que cuenta con la complicidad y sumisa mirada hacia otro lado de EEUU, España y Francia y ahora también del sionismo del Gobierno de Netanyahu. Ni silenciados ni olvidados.