España anunció el reconocimiento del Estado palestino, a la vez que Irlanda y Noruega, en mayo del año pasado. Aquella declaración de Sánchez provocó la ira de Israel, cuyo primer ministro de Asuntos Exteriores tuvo la caradura de acusar al presidente español de “ser cómplice de incitar al genocidio judío“, además del frontal rechazo del PP, que la calificó de “irresponsable” e “inoportuna” por contribuir a “romper la unidad de acción de la UE”. Ahora ha sido Francia el que se suma a la causa palestina y se convierte en el Estado 148 en reconocerlo. Una decisión de alto calado político, ya que se trata del primer país miembro del selecto G-7 en hacerlo. El anuncio de Macron también ha suscitado la virulenta reacción de Israel y de su principal aliado, EE UU, pero sin embargo la derecha española esta vez no ha dicho ni pío. En realidad, había trascendido hace ya algunos meses que Francia tenía tomada esta decisión. Quizá lo importante sea el momento elegido para comunicarla. Llega en medio de la insoportable escalada bélica de Israel en Gaza y con la esperanza de que pueda servir para frenar el genocidio o al menos revertir la inadmisible situación humanitaria en el territorio, donde decenas de civiles mueren de hambre.