La convivencia es posible mal que les pese a muchos. Y aunque quede mucho por hacer, sin tolerancia no podremos avanzar. Por mucho que algunos quieran problematizar, estigmatizar o apartar a las personas que han nacido en otro país, principalmente a las que rezan el Corán. Vox ha conseguido su objetivo en la localidad murciana de Jumilla con los retoques del PP: prohibir el Ramadán o la fiesta del cordero en el polideportivo municipal.

El acuerdo se edulcora, se protege las instalaciones deportivas de actividades ajenas a las mismas, pero se sabe que en el pasado han tenido lugar celebraciones musulmanas. Peligroso porque un discurso racista y minoritario pasa a tener rango normativo. Vox lo cuela por detrás y el PP lo compra con tal de aprobar sus cuentas en este municipio. De hecho habla de “objetivo cumplido” y cuelga en sus redes que se trata de “la primera medida en España que impide celebrar fiestas islámicas en espacios públicos” o que “¡España es y será siempre tierra de raíces cristianas!.

Racismo que nada tiene nada que ver con la fe. Alí Houjja, barbero marroquí en Jumilla, admitía ayer a Efe: “Vinimos aquí precisamente en busca de libertad y convivencia de religiones”, y añadía que “la xenofobia lleva a la violencia y a delinquir”. Sus dos niñas de 6 y 12 años nacidas en Jumilla, tienen amigas españolas, y en nada ayuda a su integración que escuchen que lo mejor es que recen dentro de sus mezquitas o que les van a prohibir llevar velo. Porque claro que hay que respetar la libertad religiosa pero más importante es que esas chiquitas puedan elegir con libertad y sin rencor su futuro en una sociedad que les acoge.