De nuevo regresan en toda su crudeza los discursos de odio con la inmigración como objetivo estrella de sus diatribas para aumentar el ensordecedor ruido de la crispación y los insultos en el debate político. Unas desafortunadas, como poco, declaraciones del actual alcalde de Valtierra Manuel Resa (UPN) arremetiendo contras los menores extranjeros no acompañados y calificándolos de “señoritos que nos cuestan un pastizal” están cerca de incurrir, si no lo hacen, en la incitación al odio y la violencia.
No creo que fuera esa la pretensión del alcalde Resa, pero sus palabras son humanamente inaceptables y ejemplo de este tiempo que acompaña a la pérdida de influencia de la cultura democrática en el que emociones y odios se imponen a los análisis y a los discursos políticos. Supongo que el alcalde Valtierra trata de hacerse eco de un malestar que nota latente en la localidad –como ya se vivió también en Marcilla con la más que cuestionable gestión del centro de acogida de menores–, pero las formas no siempre son casuales y, muchas veces, como en este caso, pretenden desviar el fondo hacia unos intereses políticos y partidistas concretos.
Es inevitable vincular este tono y este discurso agresivo con la migración como enemigo con la pugna electoral en la zona sur de Navarra entre UPN y un Vox en auge allí. Navarra estaba hasta ahora lejos de ese pozo de mierda como argumentario político, pero parece que ha llegado al debate público con el objetivo de dominar la agenda. Dirigir la movilización política desde las emociones necesita mantras simples, pero que son efectivos en el imaginario colectivo como el creciente rechazo a las políticas migratorias de asilo y acogida. Un malestar social como caldo de cultivo al que es evidente que la políticas oficiales democráticas no están sabiendo responder con eficacia desde las viejas formas de gestión de una migración que crece en los últimos años y supera ya el 20% de la población navarra.
El peligro real es que ese camino político e ideológico siempre tiene el mismo recorrido: un discurso falso sobre seguridad ciudadana, con claros tics antidemocráticos en el espacio de los derechos y libertades civiles y un populismo xenófobo en la inmigración, con el objetivo final encaminado hacia un sistema reaccionario y autoritario como sustituto de la democracia. Dudo que la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de Valtierra compartan estas palabras de su alcalde, pero tampoco vale ya sólo con la descalificación de ese discurso. Se necesitan nuevas fórmulas planteadas para dar a la migración un cauce humano, legal y eficaz que permita superar los mensajes populistas y las interesadas tensiones políticas de aquellos que esgrimen falsos argumentos racistas o socioeconómicos como motivo de su irracional rechazo al diferente o por simple populismo electoral.
Para empezar, dejando atrás los viejos tics e impulsando planteamientos realistas y eficientes sobre la realidad de la migración y las consecuencias, necesidades y problemas que inevitablemente conlleva y explicando con transparencia y rigor las medidas que se llevan a cabo para su acogida y atención y su inserción e integración. Porque las personas migrantes, como el resto de los navarros y navarras, tienen derechos, pero estos conllevan inevitablemente también obligaciones. Que no se olvide.