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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Darle una vuelta al tren antes de que llegue ya viejuno

Darle una vuelta al tren antes de que llegue ya viejunoJavier Bergasa

Cada vez que regresa el asunto de la red ferroviaria de alta velocidad y su llegada a Navarra me viene a la cabeza irremediablemente el río Guadiana. Es uno de esos temas de debate público que aparece y desaparece con la misma facilidad que se alargan una y otra vez los plazos para su puesta en marcha. Supongo que algún día en algún momento, incierto aún, del futuro habrá navarras y navarros que viajen en tren de alta velocidad por una nueva red ferroviaria a lo largo de todo el corredor navarro de norte a sur. Pero el consejero Carlos Chivite volvió a avisar el miércoles que no se puede asegurar ya que ese futuro será presente en esta misma Legislatura.

Otro plazo señalado, creo que fue la presidenta Chivite hace dos años, que no tiene pinta de que vaya a cumplirse y que pasa así al salón de fotografías históricas con políticos anunciando a bombo y platillo acuerdos con los ministros de turno del Gobierno central para la llegada de la alta velocidad para tal o cual año. Vamos camino de 40 años así, y la realidad es que en este momento el tramo Castejón-Campanas es el único que tiene un horizonte más o menos claro. Y no parece que ese tramo o trozo del corredor navarro tenga mucha utilidad ahí solo. En ese mismo encuentro, Carlos Chivite anunció además la creación de la enésima Comisión de Trabajo para el Impulso de las Infraestructuras Ferroviarias, otro órgano de colaboración público-privada que reclamaba la CEN y en la que también estará representado el Gobierno central. Casi todo lo que se anuncia de la mano de esta obra ferroviaria es ya viejo o se ha puesto en marcha antes y se ha dormido por inactividad o ineficacia. Es repetitivo. Pero lo que no hemos echo en estos 40 años ha sido aprovechar uno de estos eterno parones para darle una vuelta al proyecto.

Con solo un tramo pequeño entre Castejón y Campanas en marcha, sin decidir la ubicación de la Estación de Tudela ni la conexión con Europa a través de la y vasca y con la Estación de Pamplona ubicada en Etxabakoitz, a las afuerzas de la ciudad y pendiente de una operación urbanística, ni siquiera nos hemos preguntado por la utilidad social real del proyecto en estas circunstancias. Ni siquiera hemos debatido si tiene sentido un alta velocidad que de Iruña hacia Zaragoza tenga que parar en Tafalla y Tudela, si no se apunta alguno más. Es importante que Navarra no quede excluida de la conexión ferroviaria con la red europea, y mejore sus conexiones con el Mediterráneo desde Barcelona, el eje atlántico del norte y el sur a través de Madrid pero también lo es que esa gran infraestructura y, sobre todo, sus altos costes de ejecución, se adecuen a las necesidades reales de los ciudadanos y empresas.

Tampoco se sabe ya con certeza si la vía servirá para el transporte de mercancías, otro de los objetivos básicos del proyecto que a día de hoy está en duda. Y llegados a este punto, habría que repensar igualmente la necesidad de una red de trenes de cercanías permeable, que conecte con los domicilios, los lugares de trabajo o de ocio de la mayoría de la ciudadanía navarra, y la asunción de las competencias en ferrocarril. No se trata de renunciar a la conexión ferroviaria con Europa, sino de repensar que quizá cuando llegue este modelo de tren a Navarra a este paso esté ya viejuno.