Todo dictador para defender su dictadura elimina a todo disidente a su régimen. No quiero valorar cómo ha sido este dictador, supongo que como todos. Estoy viendo las imágenes grabadas por un teléfono móvil sobre su bárbara muerte y se me ponen los pelos de punta. La grabación es increíble. Lo machacan a golpes. Se ensañan con una persona desarmada e incapaz de defenderse. Su cara demacrada, amoratada y ensangrentada. Son imágenes muy crueles que indican mucho del alma de los que utilizan esa crueldad, de sus captores.
Ante estas imágenes se confirma mi preocupación sobre la voluntad democrática de los rebeldes libios que han asaltado el poder de Libia con la ayuda inestimable de la OTAN. Yo creo que quienes son capaces de utilizar ese nivel de crueldad no son dignos de gobernar ningún país civilizado y mucho menos, democrático. Todo esto me induce a pensar que los metódicos bombardeos masivos de la OTAN con sus fuerzas aéreas, incluida España, han derrocado a un dictador y ha coronado a otro que puede ser tan cruel como el anterior.
Hay tribunales de justicia donde se hubiera podido ajusticiar al dictador una vez detenido y haberle impuesto la pena por sus masacres. Mi mente democrática, mi propio ego, jamás podrán aceptar, sin indignarme, un linchamiento. Estos execrables actos criminales no tienen justificación. Sólo se producen en países en donde no se conoce la justicia. Naciones Unidas ha debido impedir esta lapidación. ¿Cómo puede un pueblo pedir justicia, si es incapaz de proporcionarla y genera terror? El poder sin que se le controle corrompe. En la falta de control del poder del dictador es donde radica su fuerza y ésta legitima la falta de control. Así se cierra el círculo que autoalimenta la dictadura. Espero equivocarme en mis sensaciones y observaciones, y que Libia transite hacia la democracia. Tengo mis dudas de que estos nuevos gobernantes sean más justos y democráticos que el anterior.