Existen en nuestra comunidad muchas escuelas infantiles que han hecho grandes esfuerzos por mejorar y por demostrar que introducir elementos educativos en este espacio de cuidado es algo que funciona. Lo que sucede en los primeros años de vida es fundamental para el posterior desarrollo, para la acogida primigenia que todos los seres humanos necesitamos para construirnos (...) Es necesario para conciliar la vida laboral con la creación de una familia, pero las escuelas infantiles (si tienen un proyecto pedagógico detrás) también sirven para orientar a las familias en la crianza, para ayudarles en su nueva identidad de ser padres, para acompañar en las primeras separaciones del niño, para aprender, para crecer, para ver desde otro lado, para conocer a otras familias, para tejer relaciones, para vincularse con personas que no verías en otros lugares. En este sentido, una escuela infantil municipal como Arieta (Estella-Lizarra) constituye en la actualidad un punto de encuentro, un apoyo comunitario, un espacio social y educativo que va más allá de cuidar durante unas horas a los bebés. Sabemos que es muy difícil promover la cohesión social y los espacios comunitarios. Pensamos que las escuelas infantiles son eficientes, que generan más riqueza de la que cuestan. Que se trata de invertir más en servicios así, y que si eso no es coyunturalmente posible, pues hay que defender lo conseguido, en ningún caso desbaratarlo. Quizá tengamos que aprender a hacer los cálculos de otra manera.
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