Besos de extraños
Hace algunas semanas, el vídeo más visto en las redes sociales trataba sobre un grupo de extraños que, sin conocerse, se besan apasionadamente. La verdad es que ha desatado todo tipo de reacciones, hay quien se ha estremecido, encontrando el experimento como un canto al amor, pero también hay quien lo ha encontrado bizarro, absurdo y sin sentido. Lo cierto es que ser partícipes de la vorágine de sentimientos que experimentan dos individuos al cruzar sus labios por primera vez, aún sin saber el nombre de sus mascotas o como prefieren el café, nos sirve para comprobar que no todo es hablar. No todo es saber.
Existe un conocimiento más allá del racional y es el que experimentamos con nuestros sentidos. Es aquél que añoramos cuando comenzamos a ser conscientes de que ya somos adultos, aquél que no nos exige saberes previos ni nos coloca etiquetas o valores. Pero, ¿hasta qué punto somos capaces de entregarnos a la indagación que nos ofrecen a diario miles de estímulos? Las manos para tocar, los ojos para ver, y los labios para besar, eso es lo que hicieron estos desconocidos en ese First kiss y, como diría Jorge Drexler, "¡Qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía!