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Piscinas de Villava: gestión ¿pública? y vudú

Tras leer la carta de José Luis Etxeberria Mikele hablando de los sucesos paranormales acaecidos en la piscinas de Villava, me he animado a compartir mi insólita experiencia.

Yo también participé en las pruebas de selección para responsable de mantenimiento de las piscinas de Villava. La semana pasada se publicaron las notas de la última de las pruebas, la entrevista personal valorada en hasta 10 puntos por un tribunal formado por Mikel Oteiza, Alfredo Osés y Eduardo Moler. Desde entonces he pasado unos días confuso, intentando entender el 10 sobre 10 de otro candidato, y sobre todo mi 2, que me dejó segundo a 0,25 puntos de conseguir el puesto de trabajo, cuando tras las pruebas teóricas y prácticas objetivas y la fase de concurso era el primero de la lista con una diferencia de 4,25 puntos sobre el segundo y 7,75 puntos sobre el que ha sacado la plaza.

He recordado mi entrevista intentando encontrar qué le pudo molestar al tribunal sin terminar de encontrarlo, debió de ser algo gordo para perder ocho puntos de diez. Les conté mis quince años de experiencia en un trabajo similar, les hablé de mi identificación con un proyecto público y euskaldun, y terminé hablando de mi otra faceta vital relacionada con la creatividad y sensibilidad.

Enseguida descarté mi experiencia como causa del dos, y pensé, quizás el tribunal tenga una concepción distinta a la mía de lo público, quizás entiendan lo público como la pasta del común para mis amigotes, en nombre de Bildu me extrañaba. O una idea distinta a la mía de lo euskaldun, quizás lo entiendan como algo pueblerino y cerrado. La sensibilidad, yo sé que muchas veces no se lleva bien con los negocios, ¿pero como para un dos solo?...

Agradezco tu carta, José Luis, porque leyéndola he entendido todo, me he dado cuenta de que yo, como tú, he sido víctima del vudú del dedazo en Villava. Bueno todo no, hay algo que sigo sin entender: teniendo el poder del vudú, ¿para qué convocan este tipo de concursos? Podrían ahorrarnos mucho tiempo, energía e ilusiones. Pero entonces, ¿podrían hablar de gestión pública?