Es increíble la cantidad de preocupaciones estúpidas que tenemos, el ser humano es admirablemente inventivo a la hora de crear nuevas formas para complicarse o arruinarse la vida. Todos hemos escuchado decir que las Navidades son una época mágica para perdonar y estar en familia, para repartir felicidad sin pedir nada a cambio.

Sin embargo, entre las preocupaciones de la gente en estas fechas no esta el cómo ser mejor persona y compartir, en su lugar estamos preocupados por encontrar el marisco más fresco para sentirnos ricos una noche, encontrar el vestido perfecto para poder fardar, o recibir el regalo más caro en el que podamos pensar o nos enfadaremos. El privilegio de poder comer marisco, elegir traje o recibir regalos han hecho que en parte dejemos de disfrutar las Navidades, y han convertido la ilusión de comer bien y tener nuevos bienes materiales en un requisito sin el cual la mayoría de la gente ya no puede imaginar una Navidad feliz.

Ojalá algún día podamos volver a disfrutar de las Navidades por los buenos sentimientos que nos dan, y no por todo el lujo innecesario y compromisos debajo de los cuales las hemos sepultado.