En el pasado mes de octubre se cumplieron los doscientos años del nacimiento de un ilustre escritor navarro, Francisco Navarro Villoslada. La referencia ha pasado sin pena ni gloria entra la sociedad navarra y sus estamentos públicos y culturales a lo largo de toda la geografía foral. Sin embargo, nos encontramos con un hecho paradójico: es un personaje con tres referencias muy puntuales en el callejero pamplonés, dos de forma directa y una tercera de manera indirecta, una calle con su nombre -en el Segundo Ensanche-, un monumento con su busto y que se complementa con dos figuras alegóricas de su obra más conocida -situada en una rotonda, junto a un conocido hotel pamplonés-, y la tercera, también en el Segundo Ensanche, corresponde a la protagonista de la novela Amaya o los vascos en el siglo VIII.

Otra contradicción es el hecho de que, a pesar de ser tan conocida la leyenda de Amaya entre la ciudadanía, la versión operística, con música del maestro J. Guridi, ha sido escasamente representada en los escenarios, ya que el recuerdo nos lleva a la década de los años veinte, el tenor baztanés Isidoro Fagoaga la interpretó en Bilbao. Desde entonces no existen referencias de su reposición en los teatros, tanto del País Vasco como de Navarra. No se sabe muy bien qué razones existen, si las hubiera, para haber relegado al olvido escénico semejante historia tan de esta tierra, tanto por parte de los poderes públicos como de los agentes culturales de ambas Comunidades Autónomas. Es evidente que si existen razones para mantener en el olvido esta ópera pueden existir motivos para su puesta en escena. Al menos en esta zona. Por ejemplo, el último de estos fundamentos es la celebración del nacimientos, del segundo centenario, del autor de la historia leyenda o ¿no es un buen motivo?, ¿un buen recordatorio? Una manera de homenajear al autor de tan emblemático personaje como es Amaya, salido de la pluma de este conocido escritor vianés.

Reflexiones estas que quedan envueltas entre la añoranza de algunos por visionarla escénicamente y quienes piensan que estos comentarios no van más allá de ser una utopía alejada de la realidad.