Me llama significativamente la atención cómo tenemos interiorizados ciertos aspectos de nuestra vida cotidiana sin percatarnos del significado que se esconde detrás de ellos. En este caso, me refiero específicamente a la “tradicional” diferenciación de roles masculinos y femeninos, que hoy en día entiendo que no tienen cabida en nuestra sociedad. Para mí, un claro ejemplo de ello es la presencia de cambiadores de bebés tan sólo en baños femeninos. ¿Cuántas veces hemos ido al servicio en un bar, en un centro comercial o en un organismo público y hemos visto tres carteles: minusválidos, hombres, mujeres, este último por supuesto acompañado de un cambiador de bebés? Debe ser que en pleno siglo XXI solo las mujeres pueden o saben cambiar pañales.

Y es que resulta incoherente el hecho de que un padre dependa de la voluntad de empresas u organismos públicos a la hora de poder atender a su bebé en sus necesidades. Este cambio que propongo no cuenta con bases legales en España. En cambio, en Estados Unidos, al que tanto imitamos en algunos aspectos, sí existe una legislación que regula este tema, la Ley babies. Esta ley obliga a que en los baños de hombres de edificios públicos haya cambiadores de bebés, ya que este proceso exige un lugar que sea físicamente seguro, higiénico y apropiado y que esté disponible tanto en aseos femeninos como masculinos.

Incluyendo una reglamentación semejante en nuestro país estaríamos colaborando también en la lucha por la igualdad, ya que micromachismos como estos, no ayudan a la eliminación de desigualdades.