Cuenta la leyenda que el explorador español Juan Ponce de León, cuando conquistó Puerto Rico, oyó hablar a los nativos de la existencia de una fuente de la juventud. En su busca emprendió una expedición en 1513 y, aunque no la encontró, descubrió en su empeño el actual estado de Florida.

La idea de burlar a la muerte ya no se trata de una ficción. En los últimos años, la tecnología y la ciencia han trabajado conjuntamente para tratar el último y más trascendental problema de la humanidad: la muerte.

La realidad es que las células de nuestro cuerpo se renuevan cada cierto tiempo y envejecen. Pero, actualmente, existe toda una línea de investigación para lograr la clave de la “eterna juventud”. El investigador Saúl Vileda y el famoso neurólogo Wyss-Coray han experimentado con transfusiones de sangre joven en ratones viejos, la Universidad de Cardiff ha tratado a personas con píldoras antiedad, investigadores de la Academia China de Ciencias y la Universidad del Estado de Arizona han estudiado los nanorobots para combatir bacterias y virus en la sangre e, incluso, la startup Humai ha investigado sobre la transferencia de consciencias a cuerpos artificiales con el objetivo de resucitar personas. En este sentido, Stephen Hawking estaba convencido de que “la mente era un programa que corría sobre el cerebro, por lo que es teóricamente posible copiarlo a un ordenador tras la muerte”.

Por el momento, aunque el secreto de la inmortalidad no ha sido todavía desvelado, se ha alcanzado un consenso científico firme para vencer a la muerte: gozar de una buena salud. Para ello no se requiere utilizar tecnología de alta gama sino, simplemente, mantener una dieta equilibrada, realizar ejercicio diario, dormir bien y llevar una vida social, laboral y personal tranquila y enriquecedora.

Y es que ya lo dijeron los clásicos: “Mens sana in corpore sano”.