Me acaban de decir que te has ido. Seguramente hace tiempo que no estabas del todo aquí. Pero, aún así, solo de pensar que ya no estás duele el alma de una forma difícil de soportar. Porque has sido una persona única, irrepetible y esencial en la vida de todo aquel que ha tenido el lujo de tenerte cerca. En nuestra casa, tu casa, nadie se ha hecho un hueco tan especial, tan tuyo, para siempre. Y mira que dabas guerra. Verte aparecer era saber que lo pondrías todo patas arriba y que nos pondrías la cabeza como un bombo. Pero también dabas un vuelco a nuestros corazones. Qué descanso cuando te ibas, pero qué vacío tan grande. Y siempre has estado ahí, siempre. Con la bata, con el txistu o con la copa. Siempre con nosotros, para nosotros. Y nosotros siempre para ti. Marcados por tu huella imborrable. Desde el aitona, para el que eras símbolo de tranquilidad, pasando por la ama (“la puñetera voz de tu conciencia”) y el aita, Navarro jauna, zure Navarro jauna. Y para mí (irreverente) referente en la juventud y en la vida. Tantos momentos y recuerdos. Tanto Pepe. Qué difícil imaginar Iruñea sin ti. Desde que me dijeron que te ibas me viene a la cabeza constantemente la canción Txoria txori. Hegoak ebaki zizkizuten eta zuk txoria zenuen maite. Hegan egin ezazu Pepe, libre, betirako. Eskerrik asko, bihotzez.