A falta de dos semanas para el comienzo de la campaña electoral (el día 12 de abril), parece que los partidos políticos están en plena vorágine repartiendo fichajes y criticándose los unos a los otros, sin preocuparse de explicar a la gente lo que van a hacer si llegan al gobierno. Cómo van a atender las peticiones y reivindicaciones de los jubilados y pensionistas (10 millones), las reivindicaciones de las mujeres (15 millones), cómo van a convencer a los 5 millones de indecisos y también, cómo van a facilitar el voto por correo de 200.000 jóvenes y mayores que están en otros países.

Como digo, tanto los partidos de la izquierda como los tres de la derecha no presentan el programa que debieran tener perfilado en su intención de gobernar este país. En cambio, nosotros, la gente del pueblo liso y llano, los pensionistas, las mujeres, los y las trabajadoras en precario, los casi 3 millones de personas en pobreza severa, las personas desahuciadas y la gente que acude a Cáritas, Cruz Roja y otras ONG para poder comer y vestir, sí que lo tenemos claro, lo tenemos muy claro, porque estamos hartos de promesas incumplidas, hartos de ver y oír cómo se llevan el dinero público y nunca lo devuelven, hartos de ver cómo desmantelan el estado de bienestar privatizando la sanidad, la educación y todo lo mas básico, y hartos de ver cómo engordan a las empresas multimillonarias con grandes obras públicas para pagar favores, utilizando las llamadas puertas giratorias.

Los que tenemos más de 70 años y hemos aguantado la dictadura, la transición y ahora la democracia sabemos lo que nos ha costado el haber llegado a la jubilación y también a sobrevivir con lo más esencial. Por consiguiente, y el enunciado de esta carta lo dice, hasta la victoria, pongámonos las pilas, no hagamos caso a los cantos de sirena, descartemos a esa derecha del paleolítico, ganemos el futuro y el progreso de nuestros hijos y nietos y elijamos a personas decentes, a personas responsables y honestas para que de una vez por todas, este país inicie la igualdad, la prosperidad, el reparto más justo de la riqueza y que los gobernantes prediquen con el ejemplo.

¡Hasta la victoria!