De nuevo, y esta es la sexta ocasión, he tenido que vivir en primera persona el funcionamiento de nuestra sanidad pública.

Otra vez el ingreso de mi padre, Luis María Úriz Aizcorbe, de 93 años, me ha dado la ocasión de pasar largas horas durante 14 días en la tercera planta del pabellón C del Hospital de Navarra.

Salgo de allí lleno de sensaciones casi todas positivas, excepto que estar en un hospital nunca es agradable, reconociendo que la atención ha sido excelente se mire por donde se mire. Por eso, desde estas líneas quiero enviar mi reconocimiento y agradecimiento por la labor de todos los profesionales que allí me he encontrado. Desde las personas dedicadas a la limpieza, pasando celadores-as, auxiliares de enfermería, enfermeras-os, culminando en las médicas y médico.

Todas y todos ellos han hecho la estancia de mi padre más agradable de lo que ingresar en un hospital podrías ser. No sólo por la atención estrictamente médica, sino por el inmenso cariño que han mostrado con él, y eso que a veces las personas mayores se ponen exigentes e incluso intransigentes. Han tenido la paciencia de aguantar también esos instantes.

Ahora que vivimos momentos de críticas a la labor de los gobiernos fruto del instante electoral que nos toca sufrir, quiero señalar que he vivido directamente la alta calidad de la sanidad pública navarra. Ni una queja, incluso en lo referente a comidas he podido tener.

Gracias, eskerrik asko, aunque no conozco los nombres de cada una y uno de los profesionales que me he encontrado allí, en el momento de escribir estas líneas os aseguro que voy poniendo cara a cada una y uno de ellos, y por tanto este agradecimiento está totalmente personalizado.

Tenía una deuda con vosotras y vosotros que no saldo con estas líneas, pero al menos dejo constancia de mi reconocimiento a la inmensa labor que hacéis.

Gracias, eskerrik asko de nuevo.