Decía el barón de Coubertin, entusiasta promotor de las Olimpiadas Modernas, que el remo (distíngase del piragüismo) es el deporte más completo, puesto que dinamiza toda la musculatura del cuerpo y a la vez es uno de los más exigentes, físicamente hablando. El barón sabía de lo que hablaba ya que él mismo lo había practicado en su juventud.

Por otra parte, hemos observado el profundo desconocimiento que existe en Pamplona sobre el remo y el Club Náutico Navarra, a pesar de llevar medio siglo junto a los corralillos de la Rochapea y únicamente conocido muy someramente gracias (o más bien, des-gracias) a la rotura, cada vez más amplia, de la presa de Santa Engracia.

Continuando con la historia, y cumpliendo brevemente la extensa trayectoria del remo, diremos que ya en el siglo XVII se practicaban algún tipo de regatas en Inglaterra, pero no es hasta 1829 cuando se populariza la famosísima confrontación entre las Universidades de Oxford y Cambridge en aguas del Támesis de Londres.

Por cierto, una embarcación similar, de 8 remeros con timonel, y espectacular en sus casi 18 metros de eslora, permanece visitable para toda persona que lo desee en nuestra sede de la plaza Errotazar.

El remo de banco móvil u olímpico, denominado así por ser en todas sus modalidades olímpico (1, 2, 4 y 8 remeros), participa en todas las olimpiadas desde el año 1900.

Existe, además, otra modalidad no olímpica pero altamente vistosa denominada yola, de cuatro remeros con timonel y ciabogas en boyas, y en cuyas regatas en Náutico Navarra siempre ha tenido muy buenos resultados.

Añadir solo, y como referencia en el tiempo, que el fútbol data en nuestro país de 1878 y las famosas regatas de traineras de La Concha en San Sebastián de 1879; es decir, unos 50 años menos que el remo.

Leído todo lo anterior, ¿alguien duda de que el remo olímpico debe continuar en Pamplona y que la presa de Santa Engracia debe ser reparada de manera urgente para la práctica de este completo deporte y abierto a toda la sociedad?