Dicen gobierno de progreso desde la izquierda. Mienten, no quieren.

Han hablado de oferta generosa como si el Gobierno de la nación fuera de su propiedad, cuando lo justo y procedente es un reparto equitativo según representación. Han puesto todas las excusas posibles para no formar una coalición. Incluidas falsificaciones, falacias, propuestas humillantes y cargos sin contenido, con la intención disimulada de dinamitar la “negociación” y que parezca imposible llegar a un acuerdo por la total responsabilidad Unidas Podemos.

El Partido Socialista ha tornado históricamente hacia postulados contrarios a sus propias doctrinas originales. Chapotea en el barro de sus contradicciones con el discurso de izquierda que predica, apoyándose en la mala memoria de sus votantes y en el erial político que le circunda. Por eso surgió Podemos.

Hay que ser realistas. La lucha de izquierdas ya no puede estar en la revolución. Hay razones económicas y políticas de ámbito mundial mucho más potentes que el ideario de la izquierda en el que se puede recoger el magma ciudadano (que se lo digan a los griegos). Hoy, la lucha de izquierdas significa embridar al gobernante. Lastrar sus intenciones de anteponer los intereses de los poderosos. Empujar con la fuerza de los votos y medios populares para desviar en lo posible hacia la justicia social y la igualdad. Eso no lo hace el PSOE. Por eso hacen muy bien los de Unidas Podemos en mantenerse firmes ante el trío de fulleras facinerosas que Sánchez les ha puesto de escudo. La trágala no solo es vergonzosa; es incomible, intragable e indigerible.

Si gobiernan en solitario, van a incumplir todos los acuerdos programáticos que acuerden con la izquierda, aunque haya verificadores o esté la mula Francis. El chantaje de repetir elecciones es una felonía de Pedro Sánchez y sus secuaces para fortalecerse y debilitar a Unidas Podemos. Están en pleno derecho, pero que lo digan y se retraten ante el electorado que cree votar a un partido de izquierda cuando realmente son liberales. Precisamente el mismo adjetivo con el que se definen Ciudadanos a sí mismos. El partido con el que realmente quieren encamarse para no incomodar a la banca y a la patronal.

No son de izquierdas.