La sociedad está cambiando, y en muchos temas no para bien.
Hoy deseo hablar de los bancos en general y sus actitudes y actuaciones.
La evolución de la sociedad nos ha condenado a mantener una cuenta donde domiciliar los pagos ordinarios y muchos extraordinarios. Al fin no es vicio, solamente necesidad.
La banca, en su evolución, ha implementado medidas y condiciones según sus intereses, sin pudor en modificar lo pactado, las más de las veces de forma unilateral. Y cuando existe un vínculo contractual, debiera ser de obligada manera se hiciera en conformidad entre ambas partes. El funcionamiento de la banca actual no tiene más norte que la rentabilidad, haciendo públicos resultados de beneficios casi obscenos a costa de lo que sea. Mientras tanto, el común de los mortales sufre para sobrevivir.
No deseo hacer demagogia ni política. No está en mi condición.
Tan solo avisar que, si la sociedad deja de ser razonable, el drama anida rápido y eclosiona como hierba en primavera. Ojo con mantener la injusticia amparados en la codicia. No sale a la calle quien tiene algo que perder, sí lo hacen los que ya solo atesoran su orgullo aderezado por sus principios.
Nunca me ha preocupado quien mucho tiene. Mi experiencia, en el recorrido de una, me ha mostrado que hay que temer a quienes nada tienen que perder, más allá de una vida que en nada les llena. Llegados a ese punto: se vive y se mata como si no hubiera un mañana.
No creen en mis palabras. Lean ustedes la prensa.