De hecho ese es el plan. Detrás de este buenismo que nos han metido en la cabeza los medios de comunicación, las ONG o la Unión Europea subyace una alienación cultural del individuo para que perdamos nuestras referencias grupales, la cultura nos integra en un grupo y, una vez solos, seamos más fáciles de manejar. Por eso quieren cargarse la familia, la religión, los movimientos asociativos que no controlan, para que estemos solos. Así, grandes buitres especuladores como George Soros, Bill Gates o los Rockefeller financian las ONG que han montado todo esto. Porque quieren destruir las identidades europeas para crear un continente con individuos sin creencias ni criterios personales que coman comida basura, vean televisión basura, voten partidos basura y sean fácilmente manejables gracias a los móviles que nos han facilitado sus multinacionales. Ese es el plan, matar lo que queda de nuestras raíces milenarias para que un grupo de magnates estadounidenses y burócratas europeos puedan hacer lo que les dé la gana sentados en sus despachos de Bruselas o Nueva York. Esta es la verdadera cara de la globalización.