Me referiré a las de alumbrar que, al parecer, fueron inventadas por los egipcios unos 1.400 años antes de Cristo, que nada tendrían que ver con las que en 1850, con el descubrimiento del petróleo, comenzarían a fabricarse con parafina, por no extenderme más en las anteriores. Resulta curioso que además de lo que como alumbrado aportaron a la humanidad, su nombre lo hemos utilizado para algunas frases hechas, que las seguimos diciendo: “nadie le ha dado vela en este entierro”, “al diablo alumbrarle con una vela”, “nos hemos quedado a dos velas”, y otra que nada tiene que ver con ellas: “ponerse las botas”. Al estar hoy tan confuso nuestro espectro político, decimos temerosos de quien pueda salir elegido: “al diablo, alumbradlo con una vela”. Al estar preocupados de que nuestra economía pueda deteriorarse, decimos: “nos van a dejar a dos velas”, y es que hay políticos que no debiera dárseles “vela en este entierro” porque nos preocupa que vayan a “ponerse las botas”. Recordemos que este dicho viene de épocas en que los ricos se ponían las botas, y los demás iban descalzos.