¿Qué nos traerá la nueva decena en el año que inicia? ¿Se imaginan que, durante el tintineo de las copas que chocan en el brindis a partir de las cero, cero cero, trece segundos en adelante, nos saliesen deseos primarios para Sánchez y sus acuerdos? Jua, jua, delirios del alcohol, espero. Sinceramente deseo que broten o brotasen brincos internos para la persona querida que tengamos al lado en aquel momento. Si es una persona con la que nos toca cenar porque sí y no nos sale abrazarle, no forzar, aprovechar y permitirse el momento para uno mismo/a y desear lo mejor para lo que en ese momento se celebra. Qué mejor oportunidad de iniciar honesto el año. Todo lo pasado queda ya atrás, como el día anterior y el posterior sucederá. Lógicas de Chronos. Y conviene más recordarlo de vez en cuando que vivir de ello, porque podemos correr la mala fortuna de no llegar a disfrutar cada momento lamentando lo que ya no tiene remedio o temiendo lo incierto del mañana.

Por supuesto que habremos vivido momentos francamente difíciles e inesperados y también se han podido desencadenar experiencias que se prolongarán en el tiempo en forma de enfermedad, trabajo, vida, amor o duda. La felicidad: ese inmenso objetivo impuesto e inalcanzable en su totalidad, limitado a instantes bonitos y únicos, y que cada persona definimos y moldeamos a nuestra manera particular, habrá marcado grandes ratos del año ya remoto. Se trata del otro plato de la balanza, al que casi nunca tenemos en cuenta, y nos cuesta tanto observarlo teniendo al equilibrio. La rutina, el asco, la tristeza, la pereza, el cansancio, la soledad, el mal trabajo, el olvido, el dolor, el miedo, el vacío, parecen pesar y ocupar mucho más que todos esos posibles instantes que coloquemos para lograr el equilibrio.

Trabajar con niños en la escuela me ofrece apreciar cómo la infancia es un continuo presente, casi siempre sin juicios (al menos no comparable con el mundo adulto) y llevando a cabo el ocuparse de lo ocurre sin preocuparse por lo que no ha llegado. Y me lleva a la búsqueda del momento en qué dejamos de disfrutar la experiencia y, por lo general, pasamos a oscilar atrás-adelante, rozando con guantes el ahora. Amasar la arcilla que tenemos en la mano, no más. Ni el barro seco y agrietado, ni esperar al nuevo lodazal. Urte berri on! ¡Feliz momento nuevo!