stos días que nos vemos rodeados de tantas informaciones y de tantos comentarios me veo en la necesidad muchas veces de tener que dar explicaciones y ánimos a la gente que me rodea. Sin saber muy bien ni qué decir ni qué hacer.

Así, me he encontrado escribiendo esto a una buena amiga:

Bueno, María, nadie sabe lo qué hacer, cómo hacerlo y cómo gestionarlo. Todos estamos igual.

Hacemos un montón de fichas descontextualizadas, aburridas, feas, difíciles y muchas veces incluso con erratas. Creo que esto hunde a cualquiera.

Nuestros txikis, víctimas de este sistema, ahora son víctimas en sus propias casas y con sus propias familias, porque el que más y el que menos riñe para sacar adelante esta producción de sin sentidos que ni siquiera la mayoría de nosotros (familias) entendemos.

Creo que, lejos de potenciar la autonomía, estamos potenciando la dependencia. Lejos de facilitar un ambiente tranquilo y sosegado estamos inmersos en un estrés mucho mayor que el de los días normales antes del encierro. Creo que estamos juzgando a nuestros txikis en función de lo que hacen en esta circunstancia y nos olvidamos de valorar que ellos cada día superan un día mas de encierro sin decir ni mu.

¿Por qué no aprovechamos esta circunstancia para aprender a convivir con los de casa? Nunca antes nos hemos visto obligados a permanecer las 24 horas del día juntos. ¿Por qué no aprovechamos esta circunstancia sólo para descansar y parar la maquina? Una de las pandemias de nuestro tiempo es el estrés, te lo recuerdo. ¿Por qué no aprovechamos esta circunstancia para leer, ver cine, teatro, jugar, conversar, enriquecer nuestra alma? Creo que antes del encierro no le dedicábamos demasiado tiempo a la cultura, seguro que por falta de tiempo.

No sé, el ser humano es activo por naturaleza. No creo que fuéramos capaces de pasar más de tres días aburridos. Seguro que si tuviésemos la oportunidad de reinventarnos en el encierro conseguiríamos cosas maravillosas: reinventaríamos el teletrabajo, la escuela, la atención a las necesidades, nuestro propio cuidado personal.

Pero no, estamos sujetos al sistema. Tenemos que dar cuentas y explicaciones de lo que hacemos en nuestra jornada laboral, no se vayan a pensar que estamos de vacaciones.

Y nosotros, ¿qué hacemos? Pues eso, cumplir la papeleta: inventar miles de propuestas (por no llamarlas de otra manera) para que se vea que trabajo, que pienso, que escaneo, que escribo en word, sin pensar la situación de los hogares a dónde llega esa papeleta.

Y nada, así un día detrás de otro día, y otro y otro.

Y la sensación de ahogo y encierro cada vez es mayor y, por ende, nuestros txikis cada vez más inmersos en un ambiente viciado y contaminado por toda esta responsabilidad que nos ha llovido del cielo y que nadie nos ha dicho cómo gestionar y que, peor aún, nadie nos dice si vamos bien o vamos mal.

En fin, mi reflexión como madre y maestra, espero que te sirva.