Cuando mi madre hizo magisterio y dio la asignatura de artes, la profesora le dijo con pena que “hacía lo que podía” basando su calificación en una supuesta habilidad “deficiente”. Años más tarde, se anima a pintar con una técnica tan complicada como la acuarela. Siempre viene a mí para enseñarme lo que dibuja con palabras de autojuicio y mirada de haber roto 50 platos. Creo que cada vez que lo hace, sin querer, vuelve con la misma cara con la que miraría a su profesora cuando le dijo aquello. Estoy convencida de que no es consciente de lo que crea. Cuando le digo lo que pienso y, que quiero quedarme la obra para mí, se le ilumina la cara; estas cosas no tienen precio.Como cuando te dicen que serás capaz de estudiar lo que te propongas, cuando la mayoría del cuerpo docente que te imparte clases te manda mensajes cargados de preocupación por el alumnado que tiene dificultades en ciertas asignaturas y, en vez de solventarlas, se dedican a apartar al alumnado para que las altas calificaciones del alumnado con sobresaliente den brillo al nombre del centro educativo.Sí. Yo también estuve en la piel de mi madre; y hoy en día, todavía hay docentes que me impartieron clase, y no se atreven a saludarme (y no porque no me reconozcan). Tampoco se creen que mi hermano haya sido capaz de terminar una carrera con éxito. Hoy en día sé que la mayoría de sus inseguridades han sido fruto de los juicios que ha recibido durante la infancia por parte de ciertos profesores/as. Y son daños que no son fáciles de reparar.Esto no lo escribo con resentimiento; sino con deseo de despertar conciencia de lo que realmente significa ser sobresaliente: ¿el que no presenta dificultades para adaptarse sus circunstancias y las del entorno que le rodea o el que, a pesar de sus dificultades, con esfuerzo y trabajo, lo consigue?Gracias a aquellos que me ayudaron a crecer; que nos ayudaron a crecer. Algún día les daré las gracias personalmente. Ojalá que aquellos que no sembraron en mí la ilusión y las ganas de seguir luchando por lo que me propusiera, aprendan cuál es el camino y el valor más enriquecedor de su trabajo; sembrar la competencia de ser sobresaliente arraigada a la empatía que toda condición humana requiere.