La epidemia de la COVID-19 está produciendo muchas muertes en el mundo y lo seguirá haciendo. Ha ocasionado también una enorme crisis económica. Pero sabemos, desde hace años, que nos amenaza algo mucho más grave: el cambio climático y otros procesos de deterioro de la naturaleza.Contra la epidemia se está actuando de forma decidida. La gente responde, en líneas generales, con unidad y disciplina. Existe para ello un factor determinante. Además de ser importante para la sociedad, lo es para cada persona. Por puro egoísmo, adopta medidas para evitar el contagio.Con el cambio climático la situación es algo distinta. Mientras que lo previsible es que la epidemia sea superada en cierto tiempo, aquel avanza de forma inexorable. Generaciones de personas deberán tomar parte en el esfuerzo para intentar controlar la situación. Pero sucede que no nos sentimos tan apremiados. La tentación es envejecer sin grandes complicaciones y que las generaciones futuras se las apañen. Pero eso ni siguiera es bueno para el interés personal. Más vale cuidar del planeta que vamos a dejar a nuestros descendientes, tomando parte en esa extraña epopeya, que limitarnos a disfrutar de pasatiempos vulgares. Cada uno puede aportar su grano de arena.Cabe considerar a la lucha contra la COVID-19 como un ensayo previo. Debemos aprender de muchas cosas que ahora se están haciendo bien. En un mundo amenazado, tenemos un objetivo común. Hay que actuar unidos.