El Rincón de María Jesús y su Acordeón ya no será el mismo tras el próximo verano. Quizás suponga el golpe definitivo a un show business, el de Los Pajaritos, que ya había llegado a su techo de innovación y daba signos de agotamiento. Benidorm, el Big Bang de las vacaciones de verano, se prepara para el periodo más extraño de su historia: un verano sin (casi) guiris. Me refiero aquí al británico, el auténtico. La hostelería va a extrañar a esos desvergonzados y genuinos personajes, con sus barrigas cerveceras, tatuajes singulares, y marcas solares esparcidas de manera anárquica por sus cuerpos reflectantes. Unos cuerpos que también se preguntan si al menos una vez en la vida, sus dueños esparcirán de manera homogénea esa cosa tan curiosa y pegajosa llamada protector solar, si es que esparcen algo. Es la ofrenda al dios Ra, tras once meses sin sol bajo la Gran Nube de Reino Unido: costilla humana a la parrilla. ¡Ah!, nuestros guiris. Esos que pueblan los paseos marítimos con sus vehículos de movilidad personal y los mismísimos creadores de la moda sempiterna de los calcetines blancos con sandalias. ¿Quién comprará este verano The Sun en Benidorm? ¿Quién se beberá toda esa cerveza? De momento habrá que traducir las cartas al castellano, eso seguro. El epicureísmo hedonista de los guiris, y su falta de complejos, les convierte en seres bien preparados ante las inclemencias de la vida. Mucho más que ese otro turismo de cachas, cuerpos bronceados desde enero y martinis con aceituna. Esto último causa mucho más dolor al portador; claudicar ante la vida moderna pasa factura en formato frustración. Esperemos, de corazón, que los guiris recuperen la confianza y vuelvan pronto a Benidorm, eso querrá decir que la economía vuelve a la senda de la recuperación. Mientras tanto, entretenimiento asegurado con el universo de personajes cañí que nos procura la geografía española de playas y toallas. Este verano, con la novedad del formato: cita previa y parcela. Borjamari, con más ganas que nunca, ya ha reservado la suya. Dice que es parcela VIP, que conoce al concejal de Playas, Festejos y Desarrollo Urbanístico, que es amigo de Rosa, ya sabes, la cuñada de Paco, el del chiringuito. También tendremos dosis de inconsciencia, voyeurismo enmascarillado y dron al quite vigilando. Esperemos que no se exceda en su cometido y se le vaya la vista con la morena (o moreno, si vigila la drona). En resumen, que nos vemos por los montes, con sus riachuelos y los pajaritos; sin cursiva, los de verdad. Placeres naturales, verdaderos, y, de momento, gratuitos. Shhh…