l pasado martes día 4 salía publicada una noticia en el DIARIO DE NOTICIAS, según la cual el Departamento de Educación no había tenido más remedio que reducir de 4 a 3 el número de grupos de 1º de Bachillerato en la Escuela de Artes de Pamplona. El argumento era que el número de matriculados no era el que se esperaba cuando se negociaron las plantillas allá por mayo-junio. Por lo tanto, era lógico hacer un "ajuste de líneas con la demanda real del centro".

No habría mucho que objetar si estuviéramos hablando de sillas, automóviles, piedras o cualquier otro cachivache. Pero estamos hablando de personas, concretamente del alumnado y el profesorado del centro. En aras de las ratios y las "demandas reales" se sacrifica cualquier cosa. Y esto es grave, porque las consecuencias de esta decisión son muy graves, como demostraré a continuación.

En primer lugar, lo que sucede es que en lugar de tener 4 grupos con 20 o 25 alumnos en cada uno, nos encontraremos con más de 30 alumnos por clase. No creo que sea necesario explicar cómo afecta eso a la calidad de la enseñanza, especialmente en las enseñanzas artísticas (dibujo, pintura, volumen, escultura, etcétera), donde la atención del profesorado tiene que ser individual. El Departamento de Educación lleva años llenándose la boca con la "calidad de la enseñanza", pero cuando tiene la ocasión de defenderla y aplicarla, la sacrifica en el altar de las ratios, que son mucho más importantes que la calidad, ¡dónde vamos a parar!

Pero más grave aún que esto es lo que sucede en relación con la pandemia que estamos viviendo. Cuando se dice que hay que evitar las aglomeraciones, cuando se pide que se mantenga la distancia social, cuando se condena a la juventud porque se aglomera en locales de ocio€ entonces llega la Administración y, teniendo la oportunidad (sin hacer nada más que respetar sus propias decisiones iniciales de mayo-junio) de mantener unas condiciones sanitarias adecuadas, decide hacer todo lo contrario y aglutinar más alumnado en menos espacio. No es necesario explicar cómo se están incumpliendo las instrucciones que la propia Administración impone en todos los espacios públicos. Y, obviamente, el riesgo de contagio aumenta de manera exponencial. Como padre de un alumno que inicia este año estos estudios, no puedo estar más preocupado, tanto desde el punto de vista pedagógico como del sanitario.

Aparte de esto, hay que comentar también el perjuicio que se ha producido al profesorado interino que ya había elegido destino a principios de junio y que ahora se encuentran, sin comerlo ni beberlo, perjudicados de una manera inaudita. Nada se decía de esto en la noticia del DIARIO DE NOTICIAS y es particularmente grave. Gente que eligió destino y a la que se le garantizaba un contrato por un año completo y que ahora se pueden quedar incluso sin nada.

Que la decisión es legal nadie lo duda. Pero la opción de dejar las cosas como estaban es igualmente legal. Pero además ofrece más calidad de enseñanza, protege mejor contra la pandemia y respeta una adjudicación de destinos ofrecida por la Administración. Cualquiera con un poco de sentido común lo tendría claro, pero por lo visto es más importante defender las ratios elevadas (33 alumnos por clase) y ahorrar unos pocos euros (¿4 o 5 sueldos del profesorado al que se perjudica impunemente?) que hacer las cosas bien. El Departamento de Educación parece sumarse a lo que Ovidio ponía en boca de Medea en sus Metamorfosis: "video meliora provoque, deteriora seguro" (veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor).