En primer lugar quiero saludar a aquel Banesto de mis amores, a la farmacia Castellot, a Pastas Layana, a Casa Casla, con sus chorizos como su dni. En esta calle tan pequeña ocurrió un hecho doloroso que nunca se me olvida. Aquel botellazo criminal dejó seriamente herido a aquel joven de Madrid. No es la primera vez que lo digo. Me acabo de enterar de que por lo visto que existen cuatro sospechosos, según informa mi DIARIO DE NOTICIAS. Pero han pasado 10 años y todavía seguimos sin saber el verdadero autor de semejante cabronada. Yo estoy asustado porque lleva camino de convertirse en secreto de Estado. Los jueces no dijeron nada, seguramente estarían de vacaciones. Dichosos jueces. Ni qué decir tiene que ningún ayuntamiento ni parlamentario del Gobierno de Navarra dijeron esta boca es mía. Sigo con mi miedo de que toda esta gente estudiara en el mismo colegio. El comentario de la presidenta del Gobierno de Navarra, señora Chivite, indicando que le parece mal el pago de 40.000 euros de indemnización a ese muchacho de Madrid me parece bochornoso. En una calle tan pequeña como Calceteros, que no se conozca al autor del hecho se hace muy extraño. Repito que todas estas personas pertenecen a la misma peña y toman las decisiones conjuntamente. Ni la alcaldesa Yolanda Barcina, ni el jefe de la Policía Municipal Simón Santamaría fueron sancionados por el poder judicial. Ese 2010, el Ayuntamiento de Pamplona y la alcaldesa al mando provocó un enfrentamiento con el doloroso resultado que todos conocemos y que la gente no olvida. A mis 87 años, que ando mal de memoria, esto no se me olvida. Sorprende también el silencio de los partidos políticos que invierten casi todo el tiempo en insultarse mutuamente.