sta es una reflexión de vida, de lo vivido, una carta de un adulto a un/a joven que quiera escucharme, unas letras que un padre o una madre le dirían a su hijo o hija. Por si me lees, te diré que llega un momento que el vivir se torna en una lucha continua. No tiene por qué pasar nada trágico, no tiene por qué haber pérdidas ni desgracias, que las habrá, pero no tiene por qué.

Vas viviendo y vas abriendo caminos, cada decisión, cada opción, no es un error, porque no hay una senda trazada de antemano ("se hace camino al andar"). No siempre es fácil saber hacia dónde quieres ir y con quién quieres estar. Hay situaciones que si no te decides a tiempo, deciden por ti, y si decides a tiempo te quedará la sensación de duda eterna: ¿habré hecho bien, qué hubiese pasado si hubiera decidido otra cosa? No lo sabrás, nadie lo sabrá, nunca se sabrá, y eso pasa a ser un enigma melancólico que siembra de incertidumbre tu devenir; y es a su vez un consuelo sanador, porque no hay posibilidad de comparar con otra vía con otro destino posible.

Ya nos avisa el poeta, el filósofo, de que la vida no es un camino de rosas, que la vida no es fácil. Bueno, lo fácil se torna tedioso y lo complejo se vuelve un reto. Y todo reto se divide en momentos. Habrá momentos de máximo gozo, habrá momentos de tristeza dolorosa, habrá momentos de parálisis dubitativa, habrá momentos de actividad creativa, habrá momentos de cálida pereza, habrá momentos de tirar del carro y otros de montarse en él. La vida es una concatenación de momentos, no hay otra forma de vivirla, pero la gran virtud de un momento es que es breve y pasajero, todo se pasa. Por lo que, cuando estés bien, disfruta y cárgate de energía, porque llegará otro momento que estarás mal, y cuando llegue acuérdate de que éste también pasa, por lo que descansa y déjalo estar.

Nos empeñamos durante todo el transcurso de nuestro devenir en buscar el sentido de la vida, el porqué de nuestra existencia, cuál es el propósito de todo lo que nos rodea y nos configura, pero no encontramos respuestas válidas. Porque la vida es un movimiento incesante, no nos da opción al reposo, de hecho el agua estancada se pudre, todo tiene que fluir, y en ese cambio permanente el sentido de la vida cambia a cada momento. Albert Camus lo define muy bien: "la vida no tiene sentido, pero vale la pena vivir siempre que reconozcamos que no tiene sentido".

Mucha gente te dirá que busques la felicidad, que te llenes de momentos felices, gozosos, que vivas el presente. Vívelo, no cabe duda que cuando se dé, estate ahí, disfrútalo. Pero nunca olvides que tienes un pasado, ahora corto, pero conforme avanzas en la vida se llena de más contenido. Como tampoco olvides que hay un futuro, por lo que no vivas como si no hubiera un mañana, porque lo hay, claro que lo hay, yo he llegado bastante lejos, otros mucho más, ¿por qué no vas a llegar tú? El pasado te aporta la vivencia, la experiencia, la sabiduría; el presente te mantiene activo, te hace crecer y sentir el paso del tiempo; y el futuro te va a llenar de sueños, deseos, de planes, son el motor que te ayudará a solventar cualquier situación.

La felicidad compartida, en grupo, se disfruta doblemente, pero, como también decía Camus, la felicidad en grupo es inexistente si antes uno/a no se encontró con la individual. Si tú estás bien, si tú te mantienes estable, si tú eres feliz contigo misma, entonces contagiarás de felicidad a los demás, y así mismo su felicidad te llenará de gozo y plenitud.