"Érase una vez una clase de un colegio, digamos que pudiera llamarse Santa María la Real (Hermanos Maristas de Sarriguren), a la que un malvado bicho, pongámosle por nombre covid-19, les atacó, con lo que los niños de la mencionada clase a sus casas tuvieron que regresar a confinarse y del bicho escapar. ¿Cómo tomaron la decisión? Por mensaje SMS debieron enterarse, sin el colegio al respecto pronunciarse. Los insensatos padres con el colegio en contacto se pusieron, pero de éste respuesta no obtuvieron. Pasada la primera noche de confinamiento, apareció el aburrimiento, pues el colegio ni una clase virtual capaz fue de programar, pero sí tareas mandar. Añadir a este respecto que los niños con su Chromebook dispuesto, a la espera estaban de las anunciadas clases por la incompetente autoridad. Los días pasaban y alguna clase virtual programaban. ¿Para cumplir el expediente? Quizá, pero nunca se sabrá. Las tareas continuaban casi al mismo ritmo que las dudas y el aburrimiento aumentaban. Los malditos padres con otros centros hablaban, y éstos aún más se indignaban cuando les confirmaban que sus niños, tras ser atacados por el malvado bicho, con todas las clases virtuales previamente programadas, las asignaturas avanzaban y las dudas disipaban. -Pero.... ¿Ese malvado bicho apareció repentinamente? -Noooo, ese bicho apareció en marzo previamente. - Pero, claro, nadie sabía que tras el verano el malvado bicho a atacar iba a volver... - Noo, por todos los sabios, que con sus bolas mágicas habían consultado, anunciado estaba que en otoño a atacar iba a volver, y para ello los coles preparados debieran estar. - Ya, ya, pero, ¿los coles no disponían de esa alta tecnología que se precisaba para llevar a cabo la dificultosa tarea de reproducir las clases para que los niños en su escondite seguir pudieran? - Pues sí, los coles, al menos el que sobre este cuento versa, sí disponían de toda la tecnología necesaria. - Entonces.... ¿Dónde estuvo el problema? ¿Por qué no se hizo? ¿Pasotismo? ¿Desidia? ¿Desconocimiento? - Esa es la cuestión a la que nunca los malditos padres respuesta obtuvieron. - ¿Y cómo la historia terminó? - Pues que los únicos no culpables, los únicos que cumplían y cumplieron todas y cada una de las instrucciones dadas, los que mejor se habían portado desde la aparición del malvado bicho, con el tiempo perdido quedaron a la vez que con la falta de conocimiento y aprendizaje a la que por su condición de niños obligados estaban. Y colorín, colorado, éste es el fin de un cuento que, muy a pesar de los malditos padres, en realidad convertido está".