No estamos en tiempos de compartir alegrías. Este virus se está adueñando de nuestras vidas. Las medidas de prevención para evitar los contagios son necesarias, pero la falta de vida social, el futuro incierto, el miedo que nos corroe nos están condicionando desagradablemente. Y si miramos a las residencias, el panorama se oscurece mucho más. Somos personas de riesgo, lo reconocemos, pero eso no explica la masacre que el virus ha causado dentro de muchas residencias. La falta de personal y de medios, la falta de control institucional y en el fondo el ser consideradas las personas mayores como las de la última fila pueden explicar este desastre.No creemos que haya cambiado mucho la situación. Al problema de no tener los medios adecuados para enfrentarse al contagio, se unen problemas psicológicos muy serios como la soledad no querida sino impuesta dentro de las residencias; a nuestros años y en un ambiente de por sí triste y alejado de la sociedad, la soledad total tiene que ser angustiosa. El vivir y estar con otras personas es vital a nuestra edad.Pero el problema que ahora más nos importa es cómo revertir esta situación. Y nos preguntamos, ¿pueden revertirla las actuales autoridades de Navarra por su cuenta? Creemos que no. A pesar de que han redactado un nuevo decreto foral sobre las residencias que viene con aires renovadores, donde se dice y se repite que todo el mundo de las residencias debe estar centrado en la persona usuaria de esos centros a nivel de cuidados, de participación, de relaciones...Porque del dicho al hecho hay un trecho. No se nos puede olvidar aquella fatídica rueda de prensa que en comandita Gobierno y empresas de las residencias hicieron en pleno fulgor de la pandemia. Ni un atisbo de autocrítica, puro autobombo o mejor dicho mutuo bombo entre Gobierno y empresas, eludiendo toda responsabilidad sobre lo acontecido. Hoy Navarra sigue siendo pionera en dejar el bienestar y vida de las personas mayores en empresas privadas. Las buenas intenciones de ese decreto en manos de empresas privadas se marchitan en aras del beneficio económico. Por ello supone una gran alegría y sobre todo esperanza el nacimiento de esa organización de familiares Zainduz-Cuidando.También en el nuevo decreto foral se contempla la asociación de familiares. Pero ésta nace desde abajo, de dos fuerzas importantes, del amor y responsabilidad que como familiares se tienen hacia las personas usuarias y de la rabia al imaginarlas abandonadas y en total soledad. Esas dos fuerzas, amor y rabia, pueden resultar determinantes para conseguir una vejez digna dentro de las residencias. Os deseamos por el bien de todas las personas mayores que sepáis abrir las puertas de los medios de comunicación y redes sociales, que consigáis implicarnos a toda la sociedad en vuestra lucha y con ello tengáis agallas para exigir soluciones. Salud y al toro.