Fútbol entre barrotes, o tapados con una red o una tapia. En definitiva, un obstáculo que separa al público, a padres, madres, hermanos, familiares, amigos de un partido de fútbol. Y lo peor es que esta anómala situación no es cosa de un día para otro. Gracias a imágenes que se repiten en los últimos fines de semana o a las publicaciones desde diversos medios (periódicos, cuentas de equipos a través de las redes sociales) se evidencia esta circunstancia, de personas agolpadas en una rendija, que no parece en absoluto el ideal en estos tiempos de pandemia.Detrás de este impedimento a los accesos hay una cuestión de salud, eso es obvio. Sin embargo, y aunque sea ese el pretexto, las medidas adoptadas para la práctica del fútbol u otros deportes hacen pensar que algunas de éstas son especialmente restrictivas, en algunos casos hasta plantearse su sentido. Frente a ello, una posibilidad, ¿veríamos inviable respetar ese famoso 30-40% de ocupación de aforos? Supongamos que lo hacemos con todas las medidas de seguridad (mascarilla puesta en todo momento, toma de temperatura a la entrada, respetando la distancia entre persona y persona). Por otra parte, para aquellos que recelan de esta posibilidad ponemos otro ejemplo, los protagonistas sobre el verde. Se trata de jugadores, árbitros, que respetan en todo momento las medidas recomendadas, se les practican PCR, con el resultado de ser muy pocas las incidencias relacionadas con el covid. Es un escenario, como mínimo tan seguro como aquel que simplemente sale a la calle a media tarde a darse un paseo. Por querer proteger, nos desprotegemos, es la sinrazón de la razón. Y si la relación del aficionado con el fútbol es tal, la situación es recíproca, ya que, en Tercera División, la viabilidad económica de varios clubes depende directamente de los ingresos derivados de la venta de entradas, rifas, sorteos del jamón o el café a la hora del descanso. No digamos ya de esta situación en las categorías inferiores (Autonómica, Regional Preferente) que han caído en el olvido. Hay por tanto un binomio inseparable, y es que no hay fútbol sin afición y sin afición tampoco hay fútbol. En manos de las autoridades competentes está hacer algo más fácil una situación, que, como digo y no negaré la mayor, es muy complicada.