Ayer circulaba yo por mi carril en Monasterio de Urdax hacia Pío XII cuando una señora (por lo demás de buen aspecto) me adelantó dejando no más de 20 centímetros entre ambos vehículos: el suyo de 4 ruedas y el mío, más débil, de sólo dos: ante tal desmán (por desgracia aún habitual), aceleré mi pedalada y la increpé al detenerse en un semáforo. Pues bien: ella bajó la ventanilla y me respondió con desparpajo que iba por su (¿su?) carril, a lo que respondí que era yo el que iba antes por "su" carril, el cual, mi querida señora o señorita, la vigente normativa municipal reconoce que también es el mío, al elevar el rango de la peligrosa bicicleta a "vehículo de dos ruedas", es decir: tan vehículo como los de 4 a motor, éste casi siempre todavía contaminante. Al sentirse acorralada, la mujer me conminó a subirme la mascarilla (cosa que hice, se me suele bajar algo al circular rápido por el viento en contra).Este incidente es solo uno más en una ciudad donde el elemento femenino a menudo conduce con más agresividad que el más tradicional masculino, una ciudad donde te atropellan como peatón en un paso de cebra y la subsecuente noticia en prensa va teñida de conformismo (¡que farem!, dicen los catalanes€).Los responsables municipales deben estudiar esta situación para arbitrar más controles (tanto ex_ante como ex_post). El nervio navarro, muy bueno para correr por la calle Estafeta, no lo es tanto para rodar en vehículo a motor por el resto de calles. Pamploneses/as: hasta los mejores suelen tener algún fallo; así que, meditando el asunto, que es gerundio. De joven me tocó conducir camiones por París, coches por Londres y he vivido en Barcelona y Madrid hasta jubilarme y volver a casa: creo, pues, poder hacer digamos autocrítica del asunto. Ya es más que hora de ir restringiendo el tráfico privado de coches por el centro de Pamplona (donde a menudo se llega antes andando -no digamos en bici- que en coche). Hay poco que inventar: muchas ciudades, en España y más aún fuera han desarrollado ya sistemas para tender al objetivo de amabilizar la ciudad, además del de ayudar al castigado medio ambiente a salir de la UVI y quedarse en planta, ya que darle el alta a este crónico enfermo pinta todo bastos.