En estas fechas en que la primavera está en ebullición, pasear por el campo al romper el día, cuando aún sobre el oscuro cielo crepuscular los primeros rayos de sol irisan de púrpura las nubes y un manto de diminutas gotas de rocío cubre la fresca hierba, fortalece el ánimo. Con el melodioso trinar de las aves de telón de fondo, observamos almendros, cerezos y prunus exhibir orgullosos sus bellos y fragantes ropajes de blancas y rosáceas flores. El resto de la naturaleza aguarda impaciente su próximo estallido poblando las desnudas ramas con yemas y capullos prestos a brotar en cualquier momento. Es la exhibición impúdica, descocada y alegre de una naturaleza viva, joven y bella.Sin embargo, el año pasado por estas fechas las salidas campestres se truncaron en doloroso golpe existencial. Fue un trauma que, esperanzados con las vacunas, aún vivimos con ansiedad. Aprovechemos cada oportunidad de disfrutar de la vida y de espectáculos que, al alcance de la mano, no se compran con dinero.