Va a ser difícil expresar en pocas palabras el sentimiento de gratitud que tengo hacia el personal del departamento de Hematología del Hospital de Navarra.No quisiera dejar fuera de mi lista a nadie, ya que ninguno es más ni menos importante que otro. Por ello, me disculpo por anticipado si algún nombre se queda en el tintero. Comienzo expresando mi agradecimiento a las doctoras Mari Ángeles Goñi y Montserrat Alvarellos, a las enfermeras Ana, Pili, Marta, Ainhoa, Maite, Blanca y tantas otras, limpiadoras, celadores, al personal de administración que nadie los nombra y que son tan necesarios, etcétera.Tienen todo mi reconocimiento, ya no sólo por su profesionalidad y aptitudes perfectamente contrastadas, sino -sobre todo- por su cariño, por sus sonrisas, por su empatía con los enfermos a los que nos atienden no sólo con lo que sería exigible en una profesión de estas características, sino que van mucho más lejos de las funciones para las que son contratados, regalando salud con su manera de tratarnos. Son ángeles. Y eso no tiene precio.Por motivos profesionales, he viajado mucho y residido en el extranjero y en varias ciudades de España, y siempre me he enorgullecido de nuestro sistema público de salud y, ante todo, de sus profesionales, muchas veces ninguneados, cuando no maltratados, con sueldos que deberían ser mucho más altos y sus condiciones de trabajo mejoradas.A los que toman las decisiones desde las alturas, es decir nuestros políticos, se les llena la boca hablando de los sanitarios, y a la vuelta de la esquina se olvidan de sus promesas. Esos mismos que dejan irse a otros países a fantásticos profesionales formados con el dinero de nuestros impuestos, y de lo que se aprovechan en el extranjero, donde los valoran más que aquí. Hagan el favor, señores gobernantes, de atender mejor a nuestros médicos, enfermeros y enfermeras, auxiliares, celadores, administrativos y todos los que se encargan de que en España podamos presumir sin ambages de una sanidad pública de las mejores del mundo. Menos palabras y más hechos. Denles lo que les pidan. Eso y más.Siendo como soy un defensor del servicio público de calidad, siento una profunda emoción, orgullo, admiración, gratitud e incluso se puede decir que se me cae la baba cuando me veo en la necesidad de acudir a un centro médico y tengo la inmensa fortuna de toparme con estos maravillosos profesionales.Gracias y mil veces gracias.