resionar a un abuelo para que haga una labor que no le corresponde es misión de la Policía Municipal? Pues eso es lo que hicieron el pasado domingo por la tarde dos agentes que se personaron de improviso en casa de mis padres, un matrimonio mayor que al ver dos policías uniformados llamando a su puerta sin haberles avisado se sobresaltaron.

Según explicaron los policías, acudieron tras la llamada de una vecina a la que -afirma ella- le meten papeles y tierra en su buzón. Lejos de investigar ellos si detrás de esta acción hay una situación de acoso, una travesura infantil, el acto de una persona con problemas mentales o cualquier otra cosa, los agentes se plantaron en casa de mis padres a instar a un octogenario a adoptar medidas para descubrir al autor de tamaña fechoría.

Mi padre ha renunciado hace ya semanas a la administración de la comunidad, una labor que venía realizando de forma desinteresada hasta que por edad y salud ha dejado de hacerlo tras informar a los vecinos, sin que nadie haya tomado el relevo, algo de lo que fueron informados los agentes sin que les importara lo más mínimo. Es más, le impelieron a convocar una junta de vecinos -cuando están prohibidas las reuniones de más de seis personas y las juntas virtuales están siendo recurridas por falta de cobertura legal- y a recoger firmas para organizarla de cara a que los residentes se hagan cargo de este problema particular que ignoro cómo pueden solucionar ellos: ¿tienen que hacer guardia por turnos para identificar, localizar y detener al autor? Pues bien, a un hombre de casi 80 años que necesita una máquina de oxígeno para su vida diaria, los agentes le reclamaron que, sin ser administrador, insisto, fuera piso por piso recogiendo firmas en plena pandemia. Además, tomaron nota de su nombre y DNI, no sabemos muy bien para qué porque no se molestaron en explicarlo. Esa sabiduría que el concejal de Seguridad Ciudadana, Javier Labairu, atribuye a la Policía Municipal cuando no disuelve botellones en Yamaguchi y sí lo hace en otros barrios brilló por su ausencia en este caso, que casualmente también se produjo en la Txantrea. No sé si compete a la policía local investigar una situación como la que declara la vecina, a todas luces parece que sí, pero a quien no le atañe es a otro vecino que nada tiene que ver con esa situación. Es incomprensible que, lejos de aconsejar a la afectada que presente una denuncia o inicie ella misma la recogida de firmas si cree que es un asunto de la comunidad -no lo es porque según la legislación cada buzón es privativo y no se han producido daños ni en ése ni en el resto de buzones-, lo que hayan hecho esos agentes que se presentaron en un domicilio sin precisar en calidad de qué ni con qué finalidad sea encajar a un señor mayor una misión policial. Los agentes, lejos de informarse e informar de si un problema como el descrito corresponde solucionarlo a la comunidad de vecinos y desoyendo que mi padre no era el administrador, abusaron de la buena fe de un matrimonio mayor para encajarles el muerto, como vulgarmente se dice.

Que el Ayuntamiento movilice recursos públicos para que unos agentes le endosen un problema particular a un vecino distinto al que lo sufre es incomprensible. ¿Se imaginan ustedes que alguien raya el coche de uno de sus vecinos y la Policía Municipal no solo no lo investiga sino que les manda hacerlo a ustedes? ¿En serio que la Policía Municipal de Pamplona está para eso? Hay problemas graves en esta ciudad como para desplazar a dos agentes desinformados a asustar a dos personas mayores y, aprovechando el respeto que imponen sus uniformes, desentenderse de su obligación e instarles a solucionar un supuesto caso de acoso. Nosotros mismos sufrimos durante décadas a un vecino que maltrataba a sus padres y a todas sus parejas. Eso sí es una situación que reclamaba intervención policial. Pero que dos agentes vayan a intimidar a dos abuelos para que asuman el problema de otro vecino no es de recibo.

Desconozco quién envió a estos agentes a casa de mis padres, pero hizo una pésima gestión de los recursos que pagan los contribuyentes de Pamplona y, a su vez, los propios agentes protagonizaron una lamentable actuación que debiera ser objeto de una auditoría por inducir a unos abuelos y, por extensión, a los vecinos a actuar como agentes del FBI. Lo menos que se les puede pedir antes de presentarse en un domicilio sin ser llamados es que se informen primero del problema y de a quién corresponde solventarlo. Los ciudadanos, y menos que nadie los mayores, no tienen porqué sufrir estas situaciones de abuso y mala actuación policial.