mpezamos a vislumbrar algo de luz al final del túnel. Un túnel demasiado largo en el tiempo debido a una pandemia que nos ha roto todos los esquemas. En lo referente a la tauromaquia en nuestra comunidad, no iba a ser menos.

Tras un año sin prácticamente actividad taurina en nuestras plazas y calles, este año sí que estamos empezando a sentir y a tener contacto con festejos taurinos. Una vuelta a la tan esperada normalidad y que tan bien está sentando a los aficionados.

Tras la suspensión de los Sanfermines y posiblemente, de las fiestas de nuestros pueblos, el panorama que se antojaba y, que se antoja, no es muy halagüeño. Pero hemos visto que Tudela, Peralta, Estella, ahora Cintruénigo y Lodosa, y en un futuro a la vista, otras localidades, han realizado festejos en sus plazas. Desde recortadores hasta la exitosa novillada sin caballos de Estella, estos primeros festejos están recuperando la actividad y devolviendo a los aficionados esperanza e ilusión.

Es de agradecer que ayuntamientos, empresarios y asociaciones echen la pata pa´lante y empiecen a programar festejos, aún con medidas restrictivas en cuanto a aforos y distancias.

El aficionado navarro no se ha ido. Su afición se ha mantenido intacta. Y desde este obligado parón y retiro, los clubes y peñas taurinas han trabajado en lo que han podido. Mejorar las estructuras de sus asociaciones, generar nuevas ideas e ilusión y, lo más importante seguir difundiendo la cultura de la tauromaquia.

En este tiempo, colectivos antis han intentado por todos los medios, aprovechándose de la ausencia de actividad taurina, apuntillar desde sus postulados alejados de la realidad y amparándose en la defensa del animalismo. Algo que se viene repitiendo con cierta frecuencia. La mejor respuesta que el aficionado puede dar es volver a esas plazas y llenarlas y, así, de esta manera acallar a estos grupos y demostrar lo vivo que está el festejo, tanto el popular como el reglado en nuestra comunidad.

En puertas del periodo estival y, con la incertidumbre de si los espectáculos taurinos en calle van a poder celebrarse, estamos a la espera de que se apruebe un protocolo que fije las medidas provisionales en función de la nueva normalidad. Y es que un nuevo verano sin ver encierros o suelta de vacas lo convierte en un verano más frío y atípico. Y no solo por los aficionados, sino también por los que más están sufriendo los estragos pandémicos: nuestros ganaderos de bravo. Sin ingresos desde el final de temporada de 2019 y con el poco trabajo que se augura este verano, conduce a una situación en la gran mayoría de quiebra total. Un patrimonio genético en verdadero peligro.

Entre todo este panorama, surge como un claro de luz en el plomizo y cielo gris taurino, la corrida de Céret del próximo 17 de julio. Corrida donde los toros de casta navarra de Miguel Reta harán su debut en tierras galas. Algo histórico, después de casi un siglo de ausencia. 25 años de selección y un duro trabajo tendrán su recompensa. Los aficionados navarros y de otras latitudes, impacientes y con una gran dosis de ilusión para este día. Y con la mente puesta en lo que va a salir de toriles y cómo se va a comportar. Enhorabuena a Miguel y su familia por este hito.

Poco a poco vamos caminando hacia la normalidad. Y el aficionado va recuperando el espacio en tendidos y espectáculos taurinos. Desde la Federación Taurina de Navarra seguimos trabajando para difundir, promover y preservar y, en estos momentos, con más fuerza e intensidad, algo nuestro, esencia popular y cultural de nuestros pueblos.

Ilusión y ganas no faltan.