e imaginan ser madre de octillizos sin apenas ayuda para bregar con sus correspondientes necesidades: abrazos, consuelos, mimos, juego, cambios de pañal y limpieza de mocos? Yo conozco a varias. Están en las escuelas infantiles de Navarra y llevan meses reivindicando una mejora de ratios y de sus condiciones laborales, sin visos de respuesta. Este lunes han convocado su primera huelga indefinida para intentar despertarnos.

No son pocos los documentos estratégicos elaborados en los últimos años donde se habla de dignificar el ciclo de 0 a 3 años y darle la categoría que se merece: desde los famosos fondos europeos Next Generation, a la nueva ley de Educación (LOMLOE) o el acuerdo programático de PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, aquí, en Navarra.

Es difícil entender que tantas buenas intenciones no se vean plasmadas en medidas reales. Pasan los años y ahí sigue la sonrojante ratio de 8 niños por educadora para bebés de 1 año, 12 para las unidades de 1-2 años y 16 para 2-3 años, lo que duplica las cifras que se dan en la Unión Europea. Mirar a países como Dinamarca, con sus idílicos jardines de infancia y sus medidas de apoyo a las familias es un sueño. ¿Por qué no soñar?

Los padres y madres pasamos por el ciclo 0-3 años a velocidad de crucero. Por eso quizá este ámbito no genera la fuerza movilizadora que merece. Nuestros hijos empiezan el colegio y avanzamos sin mirar atrás, pasando página de una etapa donde se ha sembrado buena parte de la personalidad de nuestros peques y de nuestra forma de relacionarnos con ellos y ellas. Qué importante.

Cuidar mejor este ciclo no se puede concebir como gasto, sino como una inversión para una sociedad mejor, por todo lo que supone de atención a las futuras generaciones, a la conciliación de las familias y a todas las profesionales que lo hacen posible (casi todas mujeres del maltratado y vital sector de los cuidados). Un tres por uno que urge abordar.

El Gobierno de Navarra y los ayuntamientos responsables deben ser conscientes de que la huelga indefinida pone patas arriba a las familias y a las escuelas, que tendremos que hacer malabarismos para que en los despachos comiencen a moverse algo de verdad.

Como madre afectada, me dirijo al Departamento de Educación para solicitar la única y comprensible reivindicación que tiene el sector para desconvocar esta medida: una mesa de diálogo. Qué menos.

La autora es madre de un niño escolarizado en las Escuelas Infantiles del Valle de Egüés